-Agus, soy Aida Cachero.

-¿Qué Aida?

Bastó una llamada para desenmascarar la primera estafa de A. G. M., un lenense de 26 años que tiene a sus espaldas una condena por estafa en el "caso Shamira" -un engaño para recaudar dinero para una niña enferma de Mieres- y, al menos, seis denuncias por timos de lo más variopinto: desde la organización de rallies que no existen hasta un presunto engaño a inmigrantes en situación irregular. Los afectados por sus engaños se han unido. Dicen que han sufrido amenazas, dos lo han denunciado ya, pero están dispuestos a luchar para "pararle los pies". Avisan a futuras víctimas: "Es muy peligroso porque no tiene escrúpulos".

Volviendo a aquella primera llamada: Aida Cachero se había sumado a una campaña de recaudación de donativos para la niña mierense Shamira. A través de Facebook, la lenense se había mensajeado con la mamá de la pequeña. Pero resultó que detrás de ese perfil no estaba la madre, Agus Lucas, si no el estafador. Lo descubrieron cuando hablaron por teléfono. "Dijo que a mi niña le había salido un tumor en la cabeza. En el juicio le pedí que la mirara, y no hizo caso", lamentó ayer Lucas, al borde de las lágrimas.

Es la primera sentencia por estafa para A. G. M., pero tiene muchas causas pendientes. En nombre de una niña enferma y, según Verónica Fontán, también en nombre de las víctimas del cáncer. Esta langreana ha denunciado que A. G. M. le entregó lotería falsa, con el logo de la Asociación Española contra el Cáncer, para que la vendiera. "Sabía que he perdido a gente por esta enfermedad y que le diría que sí".

El sentimentalismo. Dicen de A. G. M. que "se inventa historias lacrimógenas". Como hizo para conseguir 500 euros de Pablo Castro: "Me dijo que sus padres no estaban y que los necesitaba para pagar el alquiler de su bar". Un bar que alquiló para vender el mobiliario a través de internet. Y, entre medias, hizo "un trabajo de diseño gráfico" al artista Monchi del Valle. Le cobró un adelanto de 700 euros, pero aquellos "flyers" que había diseñado nunca aparecieron.

A Sergio y Laura les sugirió arreglar juntos un coche para competir en rallies. Pero no llegó a colaborar con el arreglo, según la denuncia de la pareja, y se quedó con parte de la recaudación de los patrocinadores. Además, siempre según la versión de los afectados, "lo cogía por las noches e iba a hacer el tonto". Cuando vendieron aquel coche, el nuevo propietario recibió una multa por exceso de velocidad en Pola de Lena, en plena madrugada: "Sólo pudo ser él".

Los timos van en aumento: cada vez más perfectos, cada vez menos escrúpulos. Se está investigando si A. G. M. engañó a varios inmigrantes. Les decía que necesitaba dinero para regularizar su situación. El primer senegalés que declaró en la comisaría afirma que le entregó 400 euros que había ganado "tras muchos días" con venta ambulante.