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El oso sólo ocupa en Asturias la mitad del territorio en el que podría habitar

Un grupo de investigación asentado en Mieres identifica las áreas de expansión potencial del animal, lo que permite anticipar futuros conflictos

Mapa de expansión de la población de la especie en Asturias elaborado por el grupo de investigación sobre el oso pardo cantábrico (en rojo, las mejores zonas).

El norte de España alberga las dos últimas poblaciones aisladas de oso pardo del suroeste de Europa. Por un lado están Los Pirineos, con una población extremadamente pequeña y en peligro crítico de extinción; y por el otro la cordillera Cantábrica, donde este plantígrado está dividido en dos subpoblaciones -oriente y occidente- con una conectividad muy crítica, asentándose la mayor parte de estos animales en la parte occidental. Sin embargo, estudios recientes han demostrado una expansión de la población cantábrica, especialmente notable en el área occidental, que ha permitido la dispersión de estos animes entre ambas subpoblaciones. Aquí entra el trabajo del grupo de Investigación sobre el Oso Pardo Cantábrico, asentado en el campus de Mieres, que ha desarrollado un proyecto de identificación de las áreas de expansión potencial del oso pardo en Asturias. El grupo, que está formado por Alejandra Zarzo Arias, Fredrik Dalerum, María del Mar Delgado y Vincenzo Penteriani, da cuenta de que actualmente, el oso sólo ocupa en el Principado la mitad del territorio por el que podría moverse.

La investigación, que está financiada por el Principado de Asturias a través de la dirección general de Biodiversidad y los fondos europeos Feder, tenía el principal objetivo de cuantificar y localizar estas áreas de expansión. Para ello, los investigadores se han servido de "modelos de máxima entropía", una herramienta comúnmente utilizada para explotar la distribución actual y la potencial expansión de las poblaciones de grandes carnívoros, además de otras especies, y la disponibilidad de hábitats favorables. "Básicamente, caracteriza los lugares con presencia de la especie utilizando diversas variables ambientales, y luego clasifica el resto de ubicaciones incluidas en el área de estudio en función de la similitud con los lugares donde se encuentra la especie", explica Vincenzo Penteriani.

La información obtenida "es crucial", como destaca el investigador, "para la conservación y el manejo de esta población". Y es que si el oso continúa expandiéndose, "habrá que tener en cuenta las áreas donde los osos pueden moverse a la hora de planificar actividades humanas". Por otro lado, permitirá anticipar futuros conflictos, como daños al ganado, cultivos y apicultura, "favoreciendo la coexistencia entre el oso y las poblaciones humanas locales en las zonas donde todavía no se ha dejado ver el plantígrado".

El modelo elaborado por el grupo de investigación sobre el oso pardo cantábrico predice que "más de un 60% del territorio asturiano al este de la autopista del Huerna sería apto para la presencia del oso pardo, pudiendo albergar más individuos y soportar una población más grande y viable que la actual". Aquí destacó Penteriani que la autopista "tiene un efecto barrera, pero eso no quiere decir que no haya modo de cruzarla, de hecho tenemos constancia de que ha ocurrido, sobre todo de machos; conociendo estos datos se podría ayudar a que puedan pasar de un lado a otro". La investigación señala, además, que son casi 2.800 kilómetros cuadrados los que están disponibles todavía para la expansión del oso dentro del Principado, con unas áreas más favorables que otras, y que esto representa casi un 28% del territorio asturiano.

La aplicación en la prevención de daños es una de las principales utilidades de esta investigación. "Conocer las áreas en las que la población del oso podría expandirse en un futuro próximo permite plantear con antelación una política de prevención de algunos de los daños más típicos del oso en la Cordillera, como son los daños a colmenares", apuntó el investigador. Además, este trabajo de prevención es crucial en estas áreas del este asturiano, ya que hay lugares donde los osos llevan décadas desaparecidos, por lo que las personas ya no están acostumbradas ala convivencia con el plantígrado "y la aparición de daños puede determinar la comparsa de graves conflictos que pueden mermar la coexistencia entre el mundo rural y el oso pardo". Para desarrollar esta investigación, que se ha alargado durante todo un año, el grupo también contó con el apoyo de Teresa Sánchez Corominas, Víctor Vázquez y Paloma Peón. El grupo lleva trabajando desde 2014 en la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad.

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