La comercialización de taquillas inteligentes de la empresa mierense Eureka comenzó hace cuatro años en los quirófanos del hospital de Cabueñes, en Gijón. Entonces desarrolló un sistema para entregar calzado de uso quirúrgico y evitar así la contaminación en estos espacios de trabajo sanitario. Una vez identificados los usuarios, proceso que en el hospital se adaptó para que se pudiesen utilizarse las tarjetas que ya tenía el personal, la máquina sabía qué calzado le correspondía a cada uno, además de las veces que podía sacarlo a la semana, entre otros datos.

La taquilla inteligente instalada en Cabueñes tenía una serie de características especiales dado su uso, no sólo para hospitales, como era entonces, sino también para laboratorios o "salas blancas". Así, estaba fabricado con compacto de resina fenólica, que es resistente a la humedad, a las ralladuras y al desgaste. Además, se añadía que era de fácil limpieza, con propiedades antigrafiti. Asimismo, contaba con un tratamiento antibacteriano activo mediante iones de plata y lo homologaba para contacto alimentario. En cuanto a la desinfección, contaba con un sistema desarrollado por Eureka que permitía programar la desinfección del producto que está en la taquilla, siendo muy útil para la recogida del textil sanitario usado, de tal forma que lo esterilizaba antes de llegar a la lavandería, con lo que se evita la contaminación de las zonas de uso.

La ampliación del mercado original de esta empresa, pasando de las máquinas de "autovending" al desarrollo de taquillas inteligentes, vino auspiciada por la crisis económica que asoló al país hace unos años. Esta situación les obligó a replantearse el negocio y buscar nuevos mercados donde introducirse, convirtiéndose, en muchas ocasiones, en pioneros dentro de su negocio. De hecho, como aseguró Ramón Menéndez, director comercial de la compañía, "estamos innovando continuamente para llevar nuestras máquinas a sitios tan dispares como una empresa o un centro comercial".