El Club Deportivo Santa Marina está a punto de cumplir 60 años de vida. Es el único equipo de fútbol de las Cuencas que no cuenta con un terreno de juego de césped sintético. Sus equipos, todos ellos orientados a la formación, entrenan y compiten en el campo que Hunosa tiene en Ablaña. Se trata de una instalación vieja y gastada y las deficiencias han puesto a la entidad al borde de la desaparición.

Marcelino Montila está al frente de la gestora que momentáneamente pilota del club para evitar su desaparición. El gran problema que arrastran la entidad es que el campo que les ha cedido Hunosa no cumple con los requisitos que actualmente exige la práctica del fútbol. Esta temporada, se han tenido que suspender cinco partidos y el número de entrenamientos que han corrido la misma suerte es incontable: "Los chavales se nos van. No podemos competir con el resto de clubes que tiene césped sintético. Aquí, todo barro y problemas", remarca Montila. Sólo el mantenimiento del terreno de juego le cuesta al equipo cerca de 15.000 euros anuales: "hay que segar, pintar y estar permanentemente pendiente del campo", destaca la gestora.

El Santa Marina cobija actualmente a un centenar de jóvenes de la comarca, la mayoría de Mieres. En su momento aceptaron agradecidos el ofrecimiento de Hunosa para utilizar la instalaciones de Ablaña con optimismo. Tenían sobre la mesa un proyecto de la mejora de las instalaciones que incluía césped sintético. El problema es que la iniciativa iba a financiarse con fondos mineros. La decisión que en 2011 tomó el Gobierno central de bloquear estas ayudas llevó al traste las aspiraciones del club. El proyecto contaba con una inversión de 1,2 millones de euros y, además de la construcción de un nuevo campo, también incluía un edificio de usos múltiples de dos plantas.

Truncado el proyecto de los fondos mineros, los grupos que integran la Corporación municipal acordaron recientemente solicitar al Principado una inversión para dotar de césped sintético al campo de Ablaña. El club espera noticias, pero el tiempo les agota: "No sabemos cuánto tiempo podremos aguantar, La realidad es que nos cuesta mucho más que al resto de equipos salir adelante. En estos momentos nuestro futuro está en el aire", señala Marcelino Montila. Más de medio siglo de historia se está hundiendo en el barro. Un centenar de niños tal vez tengan de colgar las botas o buscar otro sitió donde jugar al fútbol.