La fosa de Parasimón también guardaba misterios. El que más ha llamado la atención de los expertos ha sido la aparición de un sello de oro entre los restos óseos. Una joya grabada, con las letras "C" y "B", que llevaba uno de los hombres que fueron asesinados en el alto de Pajares. Desde el punto de vista arqueológico, hay una pregunta inevitable: ¿Cómo pudo conservar esa joya de oro un prisionero? Otra de las peculiaridades que ha llamado la atención de los investigadores es la "desproporcionada" cantidad de munición hallada en el lugar: restos de más de cincuenta disparos para matar a doce hombres.

Ocurrió el segundo día de excavaciones. Uno de los expertos que estaba trabajando en la fosa halló, junto a los cuerpos, el anillo de oro. "Nos sorprendió a todos. También a los profesionales de la Sociedad Aranzadi que estaban en el enterramiento, porque no es común encontrar un objeto de valor en una fosa", explicó Antxoka Martínez, responsable de la investigación arqueológica.

Allí estaban las cámaras, fotos al detalle de aquel misterioso anillo. La atención enseguida se centró en las letras grabadas: "C" y "B", pista que seguro será de utilidad en el reconocimiento de las víctimas. Pero Martínez, desde un punto de vista arqueológico, se fijó más en el cómo que en el quién. "Lo primero que me pregunté es cómo había conseguido ese hombre guardar ese anillo, que nadie se lo quitara ni siquiera después de asesinarlo", afirmó.

Por el lugar en el que descubrieron la joya, la víctima podría haberla tenido escondida en el bolso del pantalón. Aún así, llama la atención porque el resto de prisioneros que viajaban en aquel camión "iban con lo puesto". Tan sólo llevaban, algunos, una cuchara y un cepillo de dientes. Enseres a los que sí tenían acceso en prisión.

El resto, todo lo que era suyo, se lo habían quitado. "Ninguno llevaba, ni siquiera, la alianza de casado o el reloj", señaló Antxoka Martínez. El arqueólogo de la fosa de Parasimón continuará investigando los hallazgos desde el punto de vista de su área, mientras la Sociedad Aranzadi se encarga de una individualización antropológica de las personas que estaban enterradas en el puerto de Pajares.

Balística

El informe que está elaborando Antxoka Martínez profundizará sobre una materia en la que ya se había detenido el experto, durante los estudios preliminares para abordar la exhumación de la fosa. Se trata de un estudio de balística para ajustar aún más la reproducción de lo ocurrido en el enterramiento.

Es seguro que los prisioneros se pusieron en línea y fueron fusilados. También que se empleó una "cantidad de munición llamativa": más de cincuenta disparos para terminar con la vida de doce personas. Antxoka Martínez ha recuperado treinta y nueve vainas y cinco cartuchos de "Mauser alemán". También dos vainas de pistola y cuatro fragmentos de proyectil de tipo aerodinámico.

"Es demasiado para matar a doce personas", concluyó ayer Martínez. Ese "derroche" de munición sólo puede deberse, afirma el experto, a dos causas: o los tiradores no tenían ningún tipo de experiencia previa o actuaban bajo un gran estrés y sensación de pérdida de control. La aparición de vainas de pistola revela que las víctimas recibieron "tiros de gracia".

A estos misterios que deja la fosa de Parasimón, se suma el interrogante con la respuesta más esperada: ¿quiénes estaban enterrados en la fosa? La única víctima identificada por los testigos fue Luis Cienfuegos, cuyos familiares impulsaron esta investigación.