Pablo (nombre figurado) tiene tres años. Está sentado en la consulta de salud mental del área sanitaria del Caudal, en Mieres. El doctor César Luis Sanz de la Garza, psiquiatra experto en infancia y juventud, lee el motivo de la consulta. Textualmente: "Derivado desde pediatría. Para valoración por negarse a quitar el pañal".

¿Cómo termina ese pequeño conflicto, que parece tan intrínsicamente ligado a la crianza, en consulta de salud mental? Para entenderlo, el doctor Sanz de la Garza ofreció ayer en Mieres una ponencia bajo el título "Hiperniños, hiperpadres e hiperprofesionales: un reto para la atención de la salud mental infantojuvenil del siglo XXI".

El experto habló de niños "hiperestimulados", de esa anticipación a sus necesidades que sufren algunas familias y expuso los riesgos de este modelo de crianza. Entre otros, el posible "sobrediagnóstico" de los pequeños. Al acto acudieron orientadores y profesionales de la docencia de los centros de Mieres, encargados ahora de compartir lo aprendido en sus ámbitos profesionales.

A clase, a ballet, al fútbol, a la academia de inglés, a patinaje, a robótica, a piano, a dibujo y a solfeo? "Hiperniños", también conocidos como "hijos del estrés". Son niños, explicó Sanz de la Garza, "ocupados continuamente en actividades académicas o lúdicas, pero casi siempre con un objetivo". Tienen poco tiempo para desarrollar su ocio sin estructuración, les cuesta mucho decidir.

Si ha reconocido a su pequeño en esta descripción, que salten las alarmas. El psiquiatra dio a conocer ayer al público algunos estudios, principalmente de expertos del norte Europa, que alertan sobre los riesgos de la "hiperestimulación" del cerebro.

Dice la educadora Catherine L'Ecuyer que "la mayor miseria de los humanos es la dispersión". Estar en todas partes y en ninguna. Para entender por qué algunos padres apuestan por esa estimulación excesiva, según el doctor, hay que atender a los "neuromitos": "Afirmaciones como que sólo usamos el 10 por ciento del cerebro, que la inteligencia es ilimitada..., están nutriendo a una industria que se basa en la hiperestimulación". Un ejemplo: la todopoderosa "tablet" cargada de juegos para el niño o los "smartphone" cada vez en manos más jóvenes.

Los "hiperniños" no están solos. Detrás de ellos, generalmente, están los "hiperpadres" (también conocidos como "padres helicóptero"). Son, según Gil de Sanz, fruto de la baja natalidad. Suelen ser añosos y están cansados: "Proyectan en los niños lo que ellos no pudieron ser", explicó el doctor. Y lo hacen con "una anticipación generalizada a todas las necesidades que puedan tener sus hijos". Esto provoca que los pequeños "no sean capaces de generar nuevas estrategias para enfrentarse a las situaciones novedosas".

"Hiperprofesionales"

Cuando se sienten desbordados, acuden a los profesionales. Pueden ser educadores, aunque generalmente se da más en el área sanitaria. Por lo tanto, los pediatras que se ven "desbordados" por las consultas referidas, en algunas ocasiones, a problemas de crianza que se pueden solucionar en casa. Se convierten en "hiperprofesionales", término que ha acuñado Gil de Sanz por primera vez: "Hay que desangustiar a esos padres y enseñar a cuidar bien, para evitar problemas mayores", afirmó el doctor.

Nunca es tarde, pero no hay tiempo que perder. El psiquiatra asegura que la "hiperpaternidad" y los "hiperniños" -que parecen niños perfectos pero en realidad son "débiles e incapaces de hacer frente a una pequeña adversidad"- , también los "hiperprofesionales", están causando ya los primeros efectos adversos.

Provocan "sobrediagnóstico" en los más jóvenes de la casa, etiquetando comportamientos cotidianos que no necesitan sello. Provocan que Pablo, de 3 años, esté sentado frente al psiquiatra del centro de salud de Mieres porque se niega a quitarse el pañal.