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De lo nuestro | Historias heterodoxas

Huelga de hambre en Duro Felguera

La determinación de cinco trabajadores que estuvieron 52 días sin comer encerrados en el Ayuntamiento de Langreo para evitar 232 despidos

Huelga de hambre en Duro Felguera

En la primera quincena de septiembre de 1993 la Dirección General de Trabajo se pronunció a favor del expediente de extinción de empleo que afectaba a 183 trabajadores del taller de Barros y 49 de Felguera Melt, filiales del grupo Duro Felguera. Así comenzó el conflicto más largo y épico, en el sentido estricto de la palabra, que se vivió en Asturias en la segunda mitad del siglo XX, entrando también en el XXI.

Los episodios que merecen contarse de aquella larga lucha son numerosos, pero entre ellos destacan dos: la huelga de hambre sostenida en el primer trimestre de 1994 y dos años más tarde el encierro en la torre de la Catedral de Oviedo, que se prolongó 318 días.

La otra tarde tuve la satisfacción en entrevistarme en Langreo con algunos de los protagonistas de ambas acciones; gracias a su generoso testimonio y a los materiales que guardan desde entonces y que me han cedido, puedo recordarles ahora a ustedes lo que sucedió entonces, aunque los datos son tantos que lógicamente debo hacerlo en dos partes. Por eso hoy quiero ocuparme únicamente de la huelga de hambre, dejando comprometida para otra ocasión la ocupación de la torre catedralicia.

Lo primero que debo reseñar es el carácter casi espontáneo que tuvo la medida, tomada al margen de las cúpulas sindicales por unos trabajadores -cuatro de CC OO y uno de USO-, que fue apoyada de inmediato por la mayoría de sus compañeros. Así, con la presión en la calle y la acción directa se consiguió finalmente una indiscutible victoria obrera sobre la patronal, las instituciones y la burocracia que en aquellos años ya estaba parasitando los sindicatos.

Aunque la posibilidad de una huelga de hambre indefinida llevaba tratándose en secreto desde hacía un tiempo, la decisión se tomó como respuesta al encierro que habían iniciado en el taller de Barros el día 10 de enero un grupo de ochenta hombres entre los que había mandos intermedios, jefes y algunos trabajadores afiliados a los sindicatos UGT y CC OO. Los encerrados se posicionaron de esta forma para oponerse a la convocatoria de una huelga de 24 días solicitada por el Comité de Empresa, después de casi un año de conflicto, porque la Dirección de la empresa la había calificado de ilegal y ellos temían que el paro podía suponer el cierre definitivo de la factoría.

Sin embargo, cinco trabajadores decidieron romper ese miedo con una medida drástica y el viernes 14 de enero de 1994 ocuparon un salón del Ayuntamiento de Langreo, entonces administrado por el PSOE, con el ánimo de buscar una solución para el futuro laboral de los afectados por el que fue el primer despido colectivo de Asturias.

Entre ellos estaban cuatro de los despedidos en los dos talleres: Celso Cueva Suárez, Juan Manuel Corujo, José Higinio Solana y Gerardo Iglesias Campa; también un expedientado: Juan José del Río Miguel. Su antigüedad en Duro Felguera rondaba las dos décadas; eran militantes de CC OO salvo Corujo, que entonces estaba afiliado a USO, y su edad estaba entre los 34 y los 42 años.

Seguramente no podían esperar en aquel momento que la huelga de hambre se iba a prolongar tanto, pero allí estuvieron nada menos que 52 días, tomando solo tres litros de agua diarios, glucosa y suero, hasta que decidieron poner el punto final, según declararon al diario "La Voz de Asturias", porque habían logrado los objetivos que perseguían. Aunque a la vez anunciaron a las dos mil personas que acudieron a recibirlos, que las movilizaciones no se iban a detener, porque el futuro de algunos compañeros todavía estaba en el aire.

El éxito conseguido debe entenderse no solo por la firmeza de sus protagonistas y la unión que siempre mantuvieron evitando cualquier roce dentro del grupo; también por la comprensión de sus familias, en algunos casos con hijos muy pequeños; el apoyo de sus compañeros y la solidaridad constante de la ciudadanía del valle del Nalón.

Y desde luego por las acciones de todo tipo que se repitieron en la calle, aumentando en intensidad, con incendios de oficinas del Banco Central Hispano, cuyo intento de vender su participación en Duro Felguera a un fondo de inversión fue paralizado por la presión del Gobierno regional; quema de automóviles y vagones de tren; cortes de líneas telefónicas e incluso una bomba en el transformador de FEVE de la estación de Carcedo, en Soto del Barco, que hizo saltar todas las alarmas policiales y provocó una situación de estado de sitio en Langreo y La Felguera cuando se supo que el artefacto estaba compuesto por kilo y medio de Goma-2.

En paralelo se desarrollaron otras medidas de presión, también atípicas, como el encierro que sostuvieron 11 afiliados a CC OO en la propia sede de la Unión Regional del sindicato, que decidieron abandonar el 9 de febrero, después de una semana de roces con otros miembros de la Federación del Metal, para evitar más enfrentamientos.

Entre tanto, el día a día de los cinco huelguistas seguía su rutina: se aseaban, bebían agua, leían la prensa, recibían visitas de todo tipo, limpiaban su espacio con la ayuda de algunos compañeros, de vez en cuando daban una rueda de prensa o recibían a algún periodista, y sobre todo veían la televisión: Arguiñano se convirtió en un personaje imprescindible, incluso se anotaban sus recetas para tiempos mejores. Tampoco faltaron las revistas de cocina, en una actitud que nos muestra el curioso mecanismo de defensa que tiene nuestra mente en situaciones extremas.

Sin embargo los efectos de la falta de alimentación se hicieron sentir a medida que pasaba el tiempo, con pequeñas diferencias en cada cuerpo. Del Río afirma que a partir del tercer día perdió la sensación de hambre, en cambio Celso Cueva la mantuvo siempre; pero todos acabaron sintiendo hormigueo en las piernas, la lengua hinchada, alteración en el sueño y molestias intestinales que convirtieron cada lavativa en un tormento.

Afortunadamente, ante la negativa de la Seguridad Social de implicarse en la medida, a partir de la primera semana fueron atendidos voluntariamente por el doctor Pedro Mohedano y otro compañero ya fallecido, del que sienten no haber guardado el nombre, para mostrarle también su agradecimiento. Ellos les realizaban controles de tensión arterial diarios, que luego se complementaron con análisis de sangre y electrocardiogramas a partir de los treinta días de ayuno.

Un momento emotivo fue la visita del eurodiputado Karmelo Landa el día 19 de febrero y de 250 sindicalistas vascos de diferentes organizaciones que llegaron hasta Langreo al día siguiente para mostrar la solidaridad de su pueblo. Con ellos vino otro médico con experiencia en huelgas de hambre, que les explicó los riesgos reales que podían sufrir si el ayuno iba más allá de los treinta días.

Aunque nunca cedió la tensión, a partir del día 26 de febrero, los acontecimientos se multiplicaron. Ese día, trabajadores contrarios a la firma del preacuerdo volvieron a ocupar la sede de CC OO llegando a las manos con los dirigentes del Consejo Regional del Metal, que tuvieron que suspender la reunión que celebraban; el día 27 hubo un gran manifestación de apoyo a la huelga de hambre y en paralelo 60 sacerdotes pidieron la mediación de arzobispo Díaz Merchán. Al día siguiente se abrió en Madrid una mesa de negociación en la que participaron sindicatos, administración regional y empresa; el 28 llegó una marcha a pie desde Oviedo hasta el Ayuntamiento y el 29 los encerrados en Barros abandonaron su postura.

Sin embargo, el día 3 de marzo los trabajadores rechazaron en votación el acuerdo y solicitaron entrevistarse con el arzobispo que los recibió en 24 horas comprometiéndose a mediar ante el consejero de Industria Julián Bonet: seguro que ustedes recuerdan esa escena que pasó a la historia regional por una foto en la que se ve al prelado con el "gomeru" regalado por los trabajadores.

Satisfechos por aquel encuentro, los huelguistas de hambre finalizaron su protesta el día 6 de marzo y tras salir del Ayuntamiento por su propio pie fueron ingresados en dos habitaciones del hospital Valle del Nalón en Riaño. Habían perdido unos quince kilos cada uno, tenían anemia severa, alteración en factores de coagulación y disminución de las defensas. Tardaron casi un mes en volver a comer sólidos.

Como consecuencia de la huelga de hambre se produjo en la presidencia del Grupo Duro Felguera el relevo de Javier Ruíz-Ogarrio por Ramón Colao Caicoya, quien el 2 de noviembre de 1994 llegó un acuerdo para readmitir a parte de los despedidos y acoger a los otros a prejubilaciones y bajas voluntarias. En diciembre de 1996 aún quedaban 39 trabajadores pendientes de la solución prometida y volvieron las barricadas. La víspera de la Nochebuena de 1996 otro grupo subió a la torre de la Catedral de Oviedo y allí se mantuvo hasta que se firmó su recolocación. Esto ya lo contaremos otro día.

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