No hubo daños personales, pero el golpe a los sentimientos es muy grande. María Jesús Estrada iba a menudo a su casa familiar de La Cortina, un lugar "en el que descansar y relajarse" de su vida en Madrid. Hasta ahora: esa casa sigue en pie, rodeada de piedras, y ella no sabe cuándo volverá. Sólo sabe que ya nunca se sentirá segura. "Esto es muy serio, hemos perdido mucho y no pueden dejarnos abandonados".
María Jesús Estrada se emociona cuando habla del argayo: "Es un milagro que nadie resultara herido, alguien estaba velando por nosotros", afirma. Se encuentra triste, pero reivindica con voz firme lo que corresponde a La Cortina. Según Estrada, "están empezando a abandonarnos, y no lo podemos permitir. Exigimos que se mantengan todas las medidas de seguridad en el pueblo hasta que se haya solucionado todo". La situación de los vecinos cuyas casas están precintadas es "muy complicada". "Ni siquiera puedo dar parte al seguro porque ahora mismo es imposible", lamentó. También criticó que los técnicos acudieran al lugar "vestidos como quien va a una oficina" y las observaciones que se han hecho hasta ahora: "No vale con un vistazo desde lejos y decir que no hay peligro, exigimos un estudio en profundidad".
