Eran dos gemelas, la alegría para aquel joven matrimonio, que nacieron en el hospital de Mieres. Pasaron unos días, y le dijeron a la reciente mamá que los bebés estaban muertos. Ahora, casi sesenta años después, la hermana de esas niñas las busca: "Estamos convencidos de que es otro caso de 'bebés robados'", afirma la familia. No quieren desvelar su identidad, pero sí que su historia se conozca. Es el sexto caso denunciado en la comarca del Caudal desde que Mercedes Caíñas, vecina de Murias (Mieres), hizo pública en LA NUEVA ESPAÑA la sospechosa "muerte" de su primera hija. La Asociación "SOS Bebés Robados" tiene claro que el centro hospitalario de Murias formaba parte de una red, quizás nacional, para la venta de recién nacidos. Hasta ahora, se contabiliza el posible "robo" de siete niños.

Demasiadas similitudes, incluso para los que creen en las coincidencias. Mercedes Caíñas dio a luz a su primer bebé, María del Carmen en 1957. Le dijeron que la niña "había nacido mal, con una enfermedad". Palabras que ahora contradicen los informes de aquel alumbramiento y del seguimiento de las primeras horas de la niña: un parto normal y madre y bebé sin enfermedad grave. La mujer tampoco ha podido encontrar, durante estos meses de investigación, un parte de defunción de su pequeña ni el registro del enterramiento. Hasta ahora, según la entidad "SOS Bebés Robados", otras cuatro familias han denunciado casos parecidos. Siempre entre 1956 y 1960.

Las gemelas a las que ahora busca su familia nacieron en 1959. "Tenían una buena excusa, porque fue un parto prematuro", asegura una hermana de las niñas. Nacieron entre el sexto y el séptimo mes, pero lloraron fuerte cuando terminó el parto: "Sé que mis padres se pusieron muy contentos, pensaban que había sido un milagro", explica. Una emoción que mantuvieron en los siguientes días, cada vez que veían a las pequeñas y su evolución.

Cada día era una buena noticia. Y cuando los papás ya estaban perdiendo el miedo, al décimo día del nacimiento de las gemelas, recibieron el primer golpe: "Le dijeron a mi madre que se había muerto la primera nena, le enseñaron un cuerpo envuelto en unas mantas". Ella estaba sola mucho tiempo, porque su marido tenía que trabajar.

Esperaron a que estuviera él para dar la segunda mala noticia: trece días después del parto, informaron al padre de que la otra niña se había muerto. Y aquí está la parte más inquietante de la historia: "Él dice que le dieron una caja cerrada para que la enterrara, pero que dentro había algodones. Tardó mucho tiempo en decírnoslo, sufrió mucho porque pensaba que se había vuelto loco", afirma otra de sus hijas.

Hasta que empezaron a ver noticias sobre los casos de "bebés robados" y las sospechas se hicieron más grandes. Tras escuchar la historia de Mercedes Caíñas, no les quedaron dudas: "Creemos que se llevaron a mis hermanas. Nos gustaría encontrarlas, aunque de momento estamos en el trámite de buscar documentación y no queremos que nuestra identidad salga a la luz por ahora", apuntan en la familia. Otra razón es que son familiares de un religioso que trabajaba entonces en el hospital (gestionado en aquellos años, en parte, por una congregación). "Mi madre recordaba que la habían cuidado muy bien, con mucho mimo, durante su ingreso. Ahora pensamos que aquello ya estaba planeado", asegura.

El buen trato a las mamás recientes forma parte de un "modus operandi" que la Asociación SOS Bebés Robados ha investigado. La entidad considera que la "red" de la que formaba parte Murias buscaba a madres jóvenes, a veces con pocos recursos o que se encontraran solas (un requisito que no se da en todos los casos). Las familias eran informadas de que los pequeños habían nacido "mal" o "con alguna enfermedad". Varios días después, se comunicaba su fallecimiento. Normalmente a la mamá sola. Había pocas explicaciones para los padres, apenas unas palabras de consuelo y prisas por bautizar al bebé.

Dice Mercedes Caíñas que a ella le dieron un feto para que lo enterrara: "Era un feto de ida y vuelta, lo usaban para engañarnos". Engaños crueles que, según "SOS Bebés Robados", tenían un precio: los niños se vendían por 200.000 pesetas, el valor que alcanzaba entonces un piso en Oviedo.