La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los apicultores, los primeros en percibir el avance de la especie

Ya se han detectado daños en pueblos como Maramuñiz, entre Lena y el concejo de Riosa

Colmenas destrozadas por un oso en Río Aller. J. R. SILVEIRA

La presencia del oso en el Aramo no está generando, en principio, ningún tipo e incompatibilidad con la población humana, más bien todo lo contrario. El regreso del animal a este espacio natural es bien recibido: "El oso no genera grandes problemas. Es un animal con el que se puede convivir sin inconvenientes, no es como el lobo, un animal mucho más problemático", señalan los cazadores.

Los vecinos también perciben al oso como un integrante más de la fauna local. Hace una semanas un ejemplar atacó un asentamiento de colmenas en el pueblo de Maramuñiz, en la parroquia de Muñón (Lena). "Puede extrañar ver que los osos llegan hasta aquí, ya que no estamos acostumbrados", explicó a este diario el propietario de las colmenas: "Pero no pasa nada, estas cosas hay que asumirlas con normalidad". La apicultura asturiana crece a un ritmo del diez por ciento anual, por encima de la media nacional, pero se encuentra con escollos entre los que los apicultores destacan la plaga de avispa asiática, la varroa y los daños que causan los osos y el resto de fauna salvaje en los panales. En Asturias hay censadas unas 44.000 colmenas. Un alto porcentaje forma parte de explotaciones ganaderas profesionales que tienen a las abejas como actividad principal o complemento a la ganadería.

A los apicultores asturianos, además de la creciente población de osos, también les preocupa otra cuestión de relevancia, la misteriosa desaparición de las abejas en todo el mundo, conocida como "síndrome de desabejamiento". Las abejas abandonan la colmena y jamás regresan, dejando abandonada a su suerte a la reina.

Compartir el artículo

stats