La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Medio centenar de ganaderos dejaron las explotaciones por los ataques del lobo

La asociación de productores afectados exige controles y el pago de los daños tras la última oleada en Aller, con sesenta ovejas muertas

Una oveja muerta en un ataque de lobos en Aller. CAMPORRO

Las pequeñas ganaderías, especialmente de ovejas y cabras, están en peligro de extinción en la comarca. La Asociación de Ganaderos Afectados por el Llobu (Agall) en el Caudal asegura que, desde 2010, han abandonado la cría de estos animales medio centenar de vecinos. El problema, aseguran los productores, son los ataques de cánidos salvajes: "Acabarán con la ganadería, porque no sale a cuenta", denuncian desde el colectivo. Como ejemplo, la última oleada de ataques de cánidos salvajes en Aller: en unas semanas, especialmente en los pueblos de Pelúgano y Levinco, los lobos han matado ya sesenta ovejas.

Uno de los ganaderos afectados es Diego Vázquez. Más de veinte ovejas muertas en dos semanas: "Yo cuido a mi ganado, lo tengo todo en regla. Pero poco puedo hacer si la Administración no nos protege", aseguró ayer. Piden batidas en la zona en la que se están produciendo los ataques: "Es un radio muy delimitado, en el que ya se han avistado lobos en varias ocasiones", aseguran.

Si los controles no llegan, al menos, quieren sus compensaciones. Según explicó Vázquez, "la mayoría de las veces no se reconocen los daños. Además, sólo se registran las pérdidas directas y no resulta rentable".

Las pérdidas directas implican el pago por cada res perdida en un ataque de cánidos salvajes. Tienen un precio establecido, que no tiene en cuenta el valor real de la cabeza: "No es lo mismo un ternero que una vaca recién parida", explicaron. Además, si los lobos matan una madre que está amamantando, el Principado no se hace cargo de la leche de las crías. Tampoco de las medicinas para tratar a los animales que resultan heridos.

El pago de daños indirectos es, de hecho, una antigua reivindicación por parte de Agall. "Si no empiezan a atender nuestras reclamaciones, la ganadería terminará por desaparecer", afirmaron desde la entidad. Agall contabiliza en su censo los ganaderos que han abandonado la actividad en las zonas de mayor concentración de la comarca del Caudal -sin incluir Aller-. "Sólo en El Llosorio, el número de ganaderos que han abandonado la cría alcanza la treintena", aseguran. Contando con otras zonas de pasto de la comarca, el número se fija ya en los cincuenta criadores que han tirado la toalla. "Y habrá muchos más si nadie hace algo urgente para ayudar al sector", afirmaron desde Agall.

Los que ya han abandonado son, sobre todo, productores que tenían rebaños de ovejas o cabras. "Son el ganado más débil y el que más sufre los ataques", destacaron.

Es relativamente fácil perder un rebaño pequeño en un solo ataque. Además, "en ocasiones, si son crías de oveja o cabra, los restos desaparecen por completo; no quedan ni los huesos. Y entonces sí que es imposible reclamar nada ante la Guardería del Principado". Los criadores que mejor "resisten" el envite de los lobos, siempre según la versión de Agall, son los de vacuno: reses de mayor tamaño que escapan con mayor facilidad de las fauces de los cánidos salvajes. Dicen que, si la población sigue creciendo, pronto ellos también tendrán que abandonar su labor. "Tanta preocupación por el lobo, pero los que estamos en peligro de extinción ahora somos nosotros", lamentaron los ganaderos.

Compartir el artículo

stats