La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

BIENVENIDO RODRÍGUEZ GARCÍA | Artista de talla en Cuturrasu y asador en Llagüezos

"Con 9 años me escapé a cuidar vacas y me pagaba las clases en un hórreo"

"En casa se imprimió 'Mundo Obrero' y de cobrador de autobús tiraba la propaganda de noche: ponía los papeles en la ventanilla y salían volando"

Beni Rodríguez García, "el Cesteru". FERNANDO RODRÍGUEZ

Bienvenido Rodríguez García, más conocido por Beni "el Cesteru", empezó a la escuela a los seis años pero, como había necesidad, a los nueve escapó de casa a buscarse la vida. Cuidó vacas hasta que a los 13 se metió de cobrador en Autobuses Recollo. A los 19 entró en la mina, se casó y es padre. El cierre de Eskar (1990) le empujó durante ocho años a trabajar en contratas por varios pozos. En 1998, le retiran sin ingresar en Hunosa. Con 48 años y el segundo grado de silicosis retornó afogau a su Cuturrasu natal.

-¿Por qué se hizo cestero?

-Al dejar la mina aprendí con un paisano de Polio y me hice cesteru, como mi güelu Adolfo que volvió de Cuba (1898) herido. Él fue además canteru y allá por 1909 levantó el muro del Fondón, donde mi tíu, Pepe el Cuistru, redimió pena durante 14 años. De los cestos pasé a la talla y a les madreñes en este taller, que monté en la cuadra que me dejó mi güela.

-En Cuturrasu, a tallar...

-Empecé con bajorrelieves policromados de paisanos de aquí, hechos a partir de fotos. También tengo reproducciones mitológicas, de animales, escenas mineras y esculturas femeninas en cerezo. Un día, en Quirós, le dije a un artesano de azabache: "¿véndesme una piedra?". A la mañana siguiente le llevé "La cigua", una pequeña mano esculpida.

-¿Cuándo se puso con las madreñas?

-Hace 18 años. Pasé 12 meses haciendo madreñes en Sama con Alejandro Rodríguez, de cuatro de la tarde a diez de la noche, hasta que un día le dije "no vuelvo, ya sé bastante". Después me puse con las navajas. Yo tallo la empuñadura inspirándome en la fauna, la hoja es de Manolo Núñez, un hacha de Mieres. Las tengo de cuerna, de madera y de casquillos antiaéreos.

-Es un artesano polivalente.

-Trabajé el azabache, tallé una madreñina de una bala del 22 y pendientes de hueso de aceituna, grabé retratos en cristal y en piedra y acabé haciendo moldes de caras. Pasé tres años enseñando a pensionistas en La Felguera, ahora sigo en Mieres y llevo otros tres con la Asociación San Martín de disminuidos psíquicos.

-Fue precoz en fugas.

-Me escapé con 9 años y acabé cuidando vaques en Noreña. Estaba esperando la línea en El Carmen, cuando el lechero me dijo: "¿A dónde vas, guajín?", "pa abajo, a ver si topo una casería donde trabayar", "monta, conozco una en El Cuto". En casa me buscaron como locos. Once meses echaron en dar conmigo.

-¿Qué hizo en Noreña?

-Nos acogieron sin pedir explicaciones. Él se llamaba Benigno el Cangu y ella Azucena, y tenían dos hijas pequeñas. Yo cataba y limpiaba dos vaques, la criada, una nena de mi edad, otras tantas; de las diez restantes se ocupaban los dueños. La nena ayudaba en la casa, yo al paisano con el tractor. Me mantenían y me daban 25 pesetas al mes. Con eses perres iba a clases particulares en un hórreo de San Martín de Anes. El día que les preguntaron por Bienvenido, respondieron: "Tenemos un "criau" que se llama Vili". Ese era yo.

-¿Cómo le encontraron?

-Por un vecino, tratante, al que el lechero le contó que había llevado un neñu a una casería de Noreña. Mi madre, Josefa, se presentó en El Cuto y amenazó a Benigno con denunciarlo. El paisano me dijo: "Tienes que marchar, Vili". Me trajeron para Cuturrasu y otra vez a pasar fame. A lo poco escapé pa Corripos hasta que, en 1964, entré en los autobuses Recollo, con 13 años.

-¿El salto al autobús?

-Mi madre me dio el aviso. Fui a hablar con el dueño y empecé de cobrador, de siete de la mañana a once de la noche. Al principio volvía a pie a Cuturrasu, unos nueve kilómetros. Lisardo Recollo me llamaba furtiau, era como se denominaba a los hijos de soltera. Él me encontró pensión en Mieres. Por las jornadas de 16 horas cobraba al mes 1.000 pesetas, el hospedaje me costaba 500 y le daba a mí madre las otras 500, porque seguía siendo un guaje: ni fumaba ni bebía.

-Después, mina y mili.

-Entré en la mina, me casé con 19 años, a los 20 ya tenía el hijo y libré la mili trabajando lo que las huelgas me dejaban. Cada vez que venía la Guardia Civil a casa, yo no estaba. Con el Seat 850 regalo del padrino de boda, Che el de Troncos, marchamos cuatro a la vendimia a Francia; de regreso, como seguían los paros, volví a la uva, esta vez a Valladolid. En 1976, compré un piso en Mieres. Menos mal que empecé a picar.

-Menuda militancia le tocó.

-En mi casa comió Horacio Fernández Inguanzo y se imprimió el "Mundo Obrero". Un día en plena faena, llama la Guardia Civil y me dice: "Tiene que trabajar o lo echamos para la mili". Libré de milagro, así que pedí que me sacaran la máquina. En el PCE ingresé a los 14 años, cuando los Recollo. Tiraba la propaganda de noche desde el autobús: iba detrás, en la cabina del cobrador, abría la ventanilla a mi espalda, ponía los papeles allí y, con la línea en marcha, salían volando.

-¿En cuántos pozos trabajó?

-Piqué carbón hasta que paró la empresa en 1990. Se llamaba Eskar. Con una contrata entré en Figaredo para hundimientos controlados. En 1993, fui a Tineo a dar pozos para el grupo González y Díaz. Volví a Figaredo, después pasé a Lemicosa, en Candín trabajé en otro pozo descendente y en Nicolasa hice rebajas, al mes siguiente del accidente con 14 muertos. Acabé en una mina de Aller, Incomisa, hasta que me retiré en 1998. Lo pasé mal.

-¿Y el encierro en Mieres?

-Cuando paró Eskar se pactaron 90 recolocaciones, pero como sólo cogieron a 20, en 1996 nos encerramos tres meses en el ayuntamiento de Mieres y los de Duro Felguera, en la Catedral, en Oviedo. En una reunión, el famosu esi que se pon malu cada vez que va a juiciu, me dijo que yo no entraba en Hunosa. Como los de UGT y CCOO no presentaban nuestra propuesta en Madrid, Antón Saavedra la hizo llegar al presidente Sergio Marqués (PP). Entraron 90 en Hunosa, pero ningún dirigente del encierro. Se cumplió la amenaza del impresentable que no tiene nombre.

-También asa corderos.

-Fue en 1985 con Velino El Llobu, de Mieres, uno de los que en 1967 puso la Fiesta de Corderu en Llagüezos. Él falleció en 2009, pero desde 2007 ya iba yo solo. Me quedé en su lugar: había sido cinco veces campeón de España. Conmigo llevo un ayudante o dos, gente en paro. ¿El cordero?, mejor de Castilla. Además de a Quirós y Proaza, fui a Puerto de Vega a asar para armadores.

-Una vida después, usted aquí y Villa?

-Manuel Llaneza nació en Cuturrasu, concretamente en Veneros, fundó un sindicato que se llama el SOMA, uno de Tuilla lo echó abajo y ahora tuvo que cogerlo otru de Cuturrrasu para levantarlo, porque José Luis Alperi es de aquí. No hace mucho le saludé y uno le dijo "de qué conoces a ese, fue de los que dio guerra para entrar en Hunosa". "Es amigo y vecino. Hizo bien", le replicó.

-De entrar en la tierra prometida de Hunosa, nada.

-A mí, esi nunca me dio pasu. Al final, sentenció el médico: "Tiene el segundo grado de silicosis, no puede entrar en Hunosa". Es una deshonra para cualquier sindicato o partido que venga esta gente a robar.

Compartir el artículo

stats