La antigua carretera entre Oviedo y Mieres (N-630) es una de las más transitadas por ciclistas en Asturias. Es el principal acceso por carretera a Riosa, municipio del puerto de L'Angliru. Pero, paradójicamente, también es un "infierno" para los que circulan sobre dos ruedas. El Club Ciclista "Puerta de Asturias", encabezado por Roberto Menéndez, lleva años denunciando los peligros de la calzada: desprendimientos constantes del talud y una falta total de iluminación en el interior de los túneles.

Estos pasos subterráneos son "un punto negro". Tanto es así, que la Dirección General de Tráfico -en la delegación de Asturias- ha reconocido que precisan de una mejora en la seguridad. La principal y más reclamada actuación es la iluminación de los túneles. Son tan oscuros, además de tener una cubierta plástica en negro, que es casi imposible que los conductores de vehículos vean a los ciclistas en el interior. Aunque los que van sobre dos ruedas cumplan con la normativa. Es decir, visten con ropa reflectante y llevan luz en la bicicleta.

Este problema se acentúa durante el verano: el cambio de luz ciega totalmente a los conductores.