De planear el Camino de Santiago a pie, a estar postrado en una cama.

La familia de Juan Carlos González, turonés que vive en Oviedo, denuncia una "negligencia médica" en el Hospital Central de Asturias (HUCA) que "ha terminado con la calidad de vida" del hombre. Su mujer, Luisa Pérez, es enfermera y asegura que "todas las complicaciones le pasaron a él". Ingresó por una dolencia leve, una obstrucción intestinal, y terminó con varias afecciones crónicas. Lo suyo fue un "calvario" de horas de espera, operaciones y medicación para paliar "errores médicos". Su familia ha denunciado en atención al paciente y estudia acudir a los juzgados: "No queremos que nadie más sufra de esta forma", lamentan.

La vida de Juan Carlos dio un giro drástico hace diez meses. Hasta entonces, a sus 74 años, disfrutaba de una jubilación llena de actividad: caminaba veinte kilómetros al día y le encantaba el montañismo. El 8 de octubre del año pasado, empezó a sentirse mal. A medianoche, su hijo y su mujer le acompañaron al HUCA: "Le hicieron una analítica y una radiografía de abdomen. Vieron muchas heces y le pusieron enemas de limpieza toda la noche , en la unidad de larga estancia de Urgencias", explica su mujer. Por la tarde hablaron con la doctora de Urgencias, que les dijo que "tenía una obstrucción, pero en cirugía recomendaban probar la tolerancia (asegurarse de que podía comer) y darle el alta".

Llegaron a casa por la noche y él cenó una sopa. A las cuatro de la mañana, despertó a su mujer. "Me dijo que seguía con mucho dolor, así que volvimos al hospital". Le atendieron en el triaje y pasó a urgencias. Estuvo tres horas solo, con dolor, hasta que dejaron entrar a su mujer. "Les dije que el suero con medicación que le daban no era suficiente", explica ella. A las cinco de la tarde, doce horas después de llegar al servicio de Urgencias, empezó a vomitar y pidieron "un escáner urgente". Decidieron ponerle una sonda nasogástrica e ingresó en Cirugía, pero, a las cinco de la mañana (24 horas después de llegar a Urgencias), empeoró mucho. Su familia tuvo que "montar el número" para que lo atendieran los médicos: ocho sueros después, le trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos.

"Yo ya estaba algo más tranquila, así que fui a casa a descansar", recuerda Luisa Pérez. Poco sabía ella que aún quedaba lo peor. Su hijo la llamó y le informó de que le habían operado de la obstrucción intestinal. "Es una operación sencilla, en realidad, tiene una semana de recuperación", señala ella. Pero, "tras la espera y la demora en la atención", todo se complicó: tuvo una broncoaspiración en la intervención, que derivó en una neumonía y un shock séptico, "nos dijeron que se moría". "Estaba fatal", recuerda su mujer aún temblando. Él fue mejorando poco a poco.

Pero, apunta Luisa Pérez, el "despropósito" no había terminado. Intentaron trasladarlo a planta antes de tiempo, en tres ocasiones. La primera derivó en una inflamación intestinal. La segunda, en dos punciones "mal hechas" en el pulmón (neumotórax iatrogénico y hemotórax iatrogénico), que terminó con otra operación por parte de Cirugía Torácica. La tercera vez que pasó a planta, derivó en otra broncoaspiración , y vuelta a la UCI , con un cuadro de neumonía y otra sepsis "Fueron una cadena de despropósitos, un desastre tras otro. Pero todo empezó con ese retraso en Urgencias", afirma ella.

Agradecimientos

Un retraso que, según su versión, se debe a "una muy mala atención" en el área de Cirugía. "Están para cosas grandes, pero se pierden en los problemas del día a día", afirma la profesional. Sólo tiene buenas palabras para la mayoría de los profesionales que le atendieron: "La doctora Guadalupe Martín es sensacional, lo mismo que todas mis compañeras enfermeras, auxiliares y el resto del equipo no sanitario de la UCI 6 y posteriormente de Medicina Interna. Las y los que están todo el día y a todas las horas trabajando con una gran profesionalidad y cariño", asegura.

Su marido sufre secuelas graves. Entre otras, una parálisis parcial derivada de un infarto cerebral y dificultad para tragar. Está en rehabilitación en el centro Ovida de Oviedo, donde poco a poco va recuperándose. Es un proceso largo y costoso, para el que cuenta con todo el apoyo familiar. Su mujer y su hijo van a diario, le ayudan en la rehabilitación, le dan abrazos de ánimo. "Estamos con él en esto". Y una promesa: si se cura, hará el Camino de Santiago.