Tercer nido de avispa asiática (vespa velutina) en Aller en una semana. Ha aparecido en la misma localidad, en Cabañaquinta, y justo en el mismo lugar en el que aparecieron los enjambres anteriores: en el alero de una vivienda en una zona céntrica, justo frente al lavadero de la localidad. Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) volvieron ayer a la capital allerana, por tercera vez desde el lunes de la pasada semana, para exterminar el enjambre. Los vecinos esperan que haya sido la actuación definitiva: "Es un problema de salud pública, es muy grave", claman en el barrio.

Es una zona céntrica y pasear bajo el nido de avispa asiática "pone los nervios de punta" a los vecinos del barrio. "Es como tener un francotirador apuntándote", comenta una mujer que acaba de salir de la fuente. Hasta el lavadero acuden a diario decenas de personas para consumir agua fresca: "Este nido está en el centro de la capital del concejo, es el tercero de esta semana. Hay que tomar medidas rotundas", afirmaron en la localidad.

La primera intervención de los bomberos tuvo lugar el pasado lunes. El propietario de la vivienda -que está pasando una temporada en casa de sus suegros para que la familia, con una niña de doce años, esté a salvo- dio el aviso. Los bomberos accedieron al alero de la vivienda y descolgaron el nido. Ya en el suelo, lo quemaron.

Es el protocolo que tienen que seguir. Al día siguiente, los vecinos se llevaron una desagradable sorpresa: la reina había quedado viva y estaba formando otra vez el nido. Los bomberos volvieron y actuaron con un veneno fuerte que tarda unos cinco días en hacer todo el efecto. No funcionó: el enjambre volvió a cerrarse y los efectivos volvieron ayer al lugar para combatirlo.

Casi todos pasan rápido por la zona y encogiéndose, como si se escondieran de las avispas. La picadura de esta especie invasora puede causar efectos muy graves y llega a ser mortal, según la sensibilidad de cada individuo. En Aller, dos vecinos sufrieron sendos ataques hace ya más de un año. El único que anda tranquilo por el lugar es el propietario de la casa: "A mi no me hacen nada, ya me conocen", bromea.