-Señor Delmotte, queremos hablar con su hijo Jean François. Está en búsqueda porque no se ha presentado para el servicio militar.

Al otro lado de la línea, la Policía Nacional. Sentado en el sofá, con la cara nítida y el teléfono en la mano, Claude Delmotte. Su hijo, al que buscaban los agentes, fue dado por muerto cuatro días después de nacer. Pero no consta oficialmente como persona fallecida y su cadáver, supuestamente enterrado en el cementerio de Mieres, no apareció durante una exhumación que encargó la familia. Es un nuevo caso de "bebés robados", el más impactante hasta el momento, en la comarca del Caudal.

Esa llamada que lo cambió todo ocurrió en el año 2000. Dos décadas antes, Claude tuvo que despedir a su único hijo. Tiene la cara cansada, rastro de pensar mucho tiempo en el niño que apenas llegó a conocer. Sólo le queda un enredo de documentos que lleva bajo el brazo: "Aquí está el certificado de nacimiento", señala. Y ese papel marrón, gastado, dice que Jean François fue el primer hijo de Claude y de María Soledad Sánchez. Nació en el hospital de_Nuestra Señora de Covadonga de Oviedo, el 14 de abril de 1980, poco después de que sus padres se mudaran desde Mieres. El número de historia aparece claramente corregido a bolígrafo: del 59.502 al 59.523. El pequeño nació de madrugada (5.04 horas), pero no lo auscultaron hasta las diez de la mañana.

El doctor pidió al padre que saliera de la habitación: "Me dijo que tenía mal la aorta, que lo iban a llevar al Hospital de La Paz de Madrid en cuatro días. Yo les dije que por qué no antes, y me insistieron mucho en que había que esperar", explica, moviendo los papeles de un lado a otro de la mesa. El siguiente es un informe médico que apunta a una posible enfermedad cardiaca, con mediciones de las constantes diarias. La última es del 18 de abril 1980.

"Me llamaron cuando teníamos que ir al hospital de La Paz, y me dijeron que no viajaríamos porque el neno ya estaba muerto", afirma Claude Delmotte. Nunca perdió su acento francés que, cuando se emociona, es aún más fuerte. "Su hijo falleció esta mañana". Cinco palabras que rompieron el mundo de ese joven matrimonio: él, dice, quedó "destrozado" y ella con secuelas psicológicas graves de por vida. No volvieron a intentarlo, habían tenido un hijo y ya no estaba con ellos: "Teníamos mucho miedo de que pasara otra vez".

No podían volver a ver a un bebé en un féretro, como supuestamente vieron a Jean François. Su padre pidió que abrieran la caja, dentro sólo había "un montón de tela, como si estuviera tapado". No se atrevió a tocarlo. La funeraria salió hacia el cementerio de Mieres, donde vivía toda la familia de María Soledad, y él fue conduciendo detrás. Cuando llegó, el cuerpo de su hijo ya estaba enterrado: "Durante mucho tiempo, preferimos no darle más vueltas. Cuanto más lo pensábamos más dolía el corazón", dice Claude.

Un día vieron en la televisión la noticia de un "bebé robado" que había encontrado a su familia biológica. María Soledad, delicada de salud, rompió a llorar. Claude Delmotte cogió fuerzas y recabó toda la documentación que ahora lleva bajo el brazo. Luego llegó la llamada de la Policía Nacional y, unos meses después, el suceso más llamativo de su relato: "Fuimos a exhumar los restos de la familia para meterlos en un nicho nuevo", explica.

Los restos de su suegra aparecieron en el cementerio de Mieres. En la parcela donde presuntamente estaba enterrado Jean François no había ni rastro de su pequeño cuerpo: "Nada, nada", repite su padre, como si aún no se lo creyera.

El caso de Claude Delmotte está denunciado ante la Policía Nacional. Claude compareció para alertar de "la posible desaparición de su hijo Jean François Delmotte Sánchez". Una demanda que desgrana, punto por punto, cada dato que tiene documentado. Firmó esa denuncia en 2012. Ahora, después de coger fuerzas, hace público su caso. Y en ese cuerpo cansado, en esa cara hastiada de tanto esperar, aparece un brillo de esperanza: "Queremos que sepa que lo esperamos en casa, que nunca lo olvidamos".