De Villamorey hasta Nevada para participar en uno de los eventos culturales más destacados del mundo, el Burning Man, que se celebra durante siete días en la "ciudad" de Black Rock, en el desierto de Nevada (EE UU). Esto es lo que le ocurrió al joven Álvaro Suárez, violinista, productor y DJ, con fuertes raíces en el concejo coyán, quien vivió una experiencia "inolvidable" y tuvo la oportunidad de compartir su música con los allí presentes.

El Burning Man no es un festival al uso. "Ni siquiera a sus organizadores les gusta denominarlo así, porque es mucho más", señaló Suárez. Para empezar, este evento se celebra en una ciudad que solo existe durante una semana al año, es decir, es una ciudad temporal construida por sus participantes, "donde tienes que prepararte tu propia supervivencia", señaló. Este músico nunca se había planteado acudir al festival "hasta que me lo planteó un chico de Murcia, me dijo que me ayudaría a llegar allí, así que me decidí". Una vez allí, Álvaro Suárez comprobó que el Burning Man no era en absoluto lo que creía de antemano. "Pensaba que era un evento para gente de mucho dinero, pero nada que ver, había mucha gente mayor, familias, y no sólo música y fiesta, que también, sino que había espacios para la meditación, el yoga o la sexualidad". Ya sobre el escenario, consiguió actuar varias veces durante la semana, "pero con un público más reducido, creo que el día que más personas tenía era un millar, pero está muy bien, porque el público está muy entregado". Asimismo, su participación le abrió las puertas para nuevos proyectos. "Había mucha gente del sector que no conocía personalmente pero sí por internet, así que tuvimos la oportunidad de intercambiar impresiones y hablar de futuras colaboraciones". De hecho, ya ha dado sus frutos, "ya me han contactado para otros eventos a raíz del Burning Man".

Pero la relación con la música de Álvaro Suárez viene de muy atrás. "Empecé a tocar el violín con 6 años, siguiendo estudios normales de música clásica, y me mantuve en el Conservatorio hasta los 16 años". En la adolescencia, "perdí el interés por esos estudios de música clásica, pero sí seguí con la música". De hecho, a los 20 años -tiene 30 ahora- comenzó con la producción de música electrónica. "Después pensé, por qué no meter el violín, y creo que acerté porque no hay mucha gente que haga lo mismo que yo", señaló. De hecho, su violín también se fue hasta el desierto de Nevada "y sufrió un poco", apuntó entre risas.

Álvaro Suárez vive en la actualidad en Dinamarca, aunque viene a Asturias "siempre que puedo, pero el trabajo no me permite hacerlo con la frecuencia que me gustaría". Desde allí está enfrascado en nuevos proyectos como el lanzamiento de un disco con el sello berlinés Happy Camper, así como un remix con un sello de Ibiza. También está cerrando actuaciones y espera estar el próximo mes de octubre en Casablanca (Marruecos) y Nueva York (EE UU). "En Asturias nunca he actuado, creo que es más techno para el tipo de música que hago yo y no hay demasiado movimiento, pero de verdad que me encantaría actuar allí".