Octubre de 1951. Primer día de mina de Calixto Baizán. Es un "guaje" de Casomera (Aller), 16 años recién cumplidos, que acaba de conocer las entrañas de la mina de Santa Lucía de Gordón (León). Mira la oscuridad del pozo, las galerías largas. El carbón, ese oro negro, parece a sus ojos infinito.

Esos mismos ojos, más cansados, miran ahora con pena el castillete del pozo Ibarra (Ciñera). Cerrado en 1996, sólo el castillete está declarado Bien de Interés Cultural (BIC). La sala de máquinas se cae a trozos. "Vaya pena", susurra Calixto. Su gesto hastiado es casi el mejor reflejo del sentir por el declive del carbón. Una sombra que se extiende en la comarca de Gordón (León) y que oscurece las calles de Ciñera y Santa Lucía. Tan cuidadas, pero tan quietas, que emocionan a la fuerza a la familia minera. En 1960, con más de 2.000 trabajadores en los cuatro pozos de la Hullera Vasco Leonesa, la población superaba los 8.600 habitantes. En 2018, el año más critico en la historia del sector, la Vasco ha anunciado ya un ERE de extinción para sus últimos 72 empleados. La población en la comarca apenas supera los 3.300 vecinos. Un opresivo espejo al que las cuencas mineras de Asturias tienen que mirar.

Calixto Baizán sortea unos escombros en el entorno del pozo Ibarra. Junto a él caminan Juan Carlos Lorenzana, "Zana", y Aurelio Gutiérrez. Los tres mineros, pero ninguno ya en activo. Lorenzana trabajó toda su vida laboral en el pozo Santa Lucía. Salvo un año: "Fui panadero hasta que cumplí la edad para entrar", matiza. Y en 2015, ya prejubilado, fue alcalde de Pola de Gordón por Izquierda Unida. Un mandato corto el suyo: dimitió un año después, cuando la coalición de izquierdas no apoyó el acuerdo nacional en defensa de la minería del carbón: "Soy minero antes que alcalde", dijo entonces.

Él ha conducido el todoterreno hasta el pozo Ibarra, a diez minutos en coche de Ciñera. El día está fresco y, en la localidad, humean las chimeneas.

-¿Hueles el carbón?

Lo pregunta Calixto Baizán, y se responde: "Antes sí que olía, quedan pocas casas con gente". Consecuencia de años de golpes a la comarca. Es Aurelio Gutiérrez el que toma ahora la palabra: "En los sesenta se quiso montar la Renault en La Robla pero, como la empresa (en referencia a la Vasco) era fuerte y tenía muchos amarres, pues no la dejaron montar y la llevaron para Valladolid", afirma. La Vasco temía quedarse sin mano de obra, no quería competencia salarial. El hijo de Gutiérrez trabaja en Madrid, su hija en una panadería de la zona. La hija de Lorenzana también vive en Madrid y el hijo de Calixto Baizán está jubilado de la mina.

Ese "monocultivo laboral" fue, a su juicio, el principio del fin. Y otra fecha para el recuerdo, el año 1996. Hasta entonces, la Hullera Vasco Leonesa había explotado cuatro pozos: Santa Lucía, Socavón, Ciñera y Competidora.

En los noventa, la empresa centralizó la producción en la Nueva Mina. Los pozos Aurelio del Valle y Emilio del Valle. Empezó del declive del carbón y, aseguran los tres casi al unísono, "nadie hizo nada por salvarlo, sólo por cerrar". Y la fallida reconversión, que tanto hermana a las cuencas mineras. Los tres consideran que deberían haber sido las juntas vecinales las que repartieran los fondos para la reactivación de la comarca: "La Junta de Castilla y León lo gastó todo en lo que le dio la gana, las subvenciones se dieron sin control". No hubo seguimiento, critican, y después "ahí te queda el marrón". Dice Lorenzana que "de esas palabras, de la adicionalidad presupuestaria, es de donde han sangrado las cuencas".

Hasta casi morir. Aseguran que Asturias está en una situación distinta: "Tiene la peculiaridad de que Hunosa es una empresa estatal, no es lo mismo que la minería privada", apunta Lorenzana. La única puerta abierta al futuro del sector en la comarca de Gordón está en la mina a cielo de Santa Lucía. "Pero esa explotación, como todas, está sujeta a la viabilidad de las centrales térmicas", añade. Ya no queda apenas nada de interior. En el pozo Emilio del Valle se están ejecutando labores para su recuperación. "Tenemos que ser realistas, no podemos ver pasar el ataúd delante de nosotros y decir que vamos a visitar al enfermo", zanja.

Es ya mediodía. Mientras los tres exmineros pasean por el pozo Ibarra, el pasado miércoles, en el Emilio del Valle, se deniega la entrada a los trabajadores del turno de tarde de la contrata Radial 21. Es la empresa encargada de las labores de recuperación de la explotación, pero la Junta de Castilla y León ha remitido un escrito en el que asegura que falta documentación para las labores. El conflicto se saldó el jueves, con treinta y dos trabajadores despedidos.

Calixto Baizán mira el castillete del pozo Ibarra. Lo llaman "la torre Eiffel" del grupo Ciñera porque su construcción recuerda al emblemático monumento de París. Sin tornillos, sólo remaches: "Esto es una pena, un dolor... con lo que fue esto". Otra vez asoma a su cara ese gesto... El sentir por la minería.