La iglesia de San Martín acogió hace unos días la celebración de los Mártires de Turón, quienes fueron canonizados por el papa Juan Pablo II hace casi dos décadas, siendo los primeros santos canonizados por la persecución religiosa en el siglo XX, no sólo en España, sino en toda Europa.
¿Pero quiénes eran los mártires de Turón? Pues fueron Cirilo Beltrán, Marciano José , Julián Alfredo, Victorino Pío, Benjamín Julián, Augusto Andrés, Aniceto Adolfo, Inocencio de la Inmaculada y Héctor Valdivieso. Ocho hermanos de la Salle y un padre pasionista que fueron fusilados en el cementerio de Turón un 9 de octubre de 1934.
Estaban dedicados a la educación cristiana de los niños y jóvenes de las cuencas mineras. Por orden del comité revolucionario fueron apresados y conducidos hasta la Casa del Pueblo antes del martirio. Se hablaba de que su arresto había sido "enteramente religioso" porque los hermanos se habían negado a retirar el crucifijo de las escuelas y porque no quisieron suprimir la enseñanza del catecismo. También se decía que "los mártires de Turón habían muerto perdonando".
Este hecho les valió la beatificación el 29 de abril de 1990, argumentando que habían entregado sus vidas en defensa de la fe. Pero este camino no hizo nada más que empezar, y nueve años más tarde consiguieron la canonización como santos por haber curado de forma milagrosa a una joven nicaragüense.
La beatificación, celebrada en la plaza de San Pedro de Roma fue seguida por centenares de asturianos, aunque no estuvo exenta de polémica. De hecho, tanto el Gobierno regional como el Ayuntamiento de Mieres estuvieron ausentes y la única representación política de la región fue la de Flor Banciella, que era concejala independiente en Mieres, y había acudido a título personal, tal y como lo contó LA NUEVA ESPAÑA entonces, que había desplazado a un redactor hasta Roma para cubrir la beatificación.
Una situación que volvió a repetirse en la canonización, que tuvo lugar el 21 de noviembre de 1999. La representación política asturiana estuvo encabezada por Rodrigo Rato, que entonces era vicepresidente segundo del Gobierno central. Así lo había relatado también LA NUEVA ESPAÑA, que al igual que en la beatificación, también contaba con un enviado especial. De hecho, el entonces presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, que sí había acudido a la canonización, había mostrado su malestar por la ausencia política asturiana. "Muy mal hecho. Pero Rato me ha dicho que viene a presidir los actos por su condición de asturiano", aseguraba el presidente regional. Rato, por su parte, señaló que no iba a "hacer juicios políticos en esta ocasión", aunque reconoció que este acto era "un signo para la reconciliación".
Los actos para la canonización de los mártires de Turón duraron tres días. El sábado tuvo lugar una cena del embajador de España a la delegación oficial española que estaba presidida por Rato. Al día siguiente, a las nueve y media de la mañana, tendría lugar la misa de canonización en la basílica de San Pedro. Fueron unas 7.000 las personas que acudieron a la misa de canonización. Juan Pablo II se refirió a los mártires de Turón señalando que "ellos afrontaron su destino como un testimonio de fe y con su martirio dieron la última lección de su vida; no son deudores de una guerra en la que no participaron".
Casi diecinueve años más tarde. Los santos mártires de Turón cuentan con su propia capilla en la iglesia de San Martín, donde se encuentran sus reliquias. Fue inaugurada en 2014 aprovechando la reapertura de la iglesia tras una importante reforma. Ahora, el párroco de Turón, Enrique Álvarez, quiere potenciar su culto "como símbolo de reconciliación con el pueblo".
