Es difícil saber dónde empieza esta historia. Quizás cuando Mercedes Caíñas, en 1957, descubrió que estaba embarazada. Tenía 21 años y la gestación fue difícil, con náuseas desde el primer día. Llegó un parto sin sobresaltos y, cuatro días más tarde, la noticia que destrozó su mundo: el médico le dijo que la pequeña había muerto y que le pusiera un nombre. La llamó María del Carmen.

Ella es la protagonista del primer caso de "bebés robados" en el hospital de Murias (entonces gestionado, en parte, por una hermandad religiosa) que se ha denunciado ante la Guardia Civil. Lo hizo Mercedes Caíñas hace unos días, tras recopilar pruebas durante casi un año. Una investigación complicada y con luces y sombras. Enciende la esperanza que no haya partida de defunción y que los informes médicos confirmen que la pequeña seguía con vida después de que le comunicaran su presunta muerte a la familia. En la parte más oscura está que el análisis de ADN de Caíñas, cotejado en el banco genético de "bebés robados" del Ministerio de Justicia, no ha arrojado ningún resultado.

Mercedes Caíñas dio a conocer su caso a finales del año pasado a través de LA NUEVA ESPAÑA. Una historia dura y difícil, que narró con la voz temblando: "Estoy segura de que mi hija estaba viva, me dieron un feto para que lo enterrara", aseguró. Tenía sobre la mesa una carpeta vacía. Ahora, ese archivador está abultado. Dentro aparece la confirmación de que el cuerpo de la bebé no llegó a inhumarse nunca. También un informe médico que certifica que María del Carmen Hevia Caíñas respiraba cuando le dijeron a su madre que ya había muerto. No consta su alta, tampoco su defunción. Los últimos papeles que ha añadido son el resguardo de la denuncia ante la Guardia Civil de Mieres y las pruebas de ADN.

"Cuando recibí los resultados del laboratorio me puse a llorar como una tonta. Tenía la esperanza de encontrarla", reconoce Mercedes. Sus dos hijos, que nacieron después de Mari Carmen, la mantienen calmada. "No quieren que me ilusione mucho para que no me lleve un batacazo grande", asegura ella, orgullosa de una familia que la abraza siempre.

Pero nada sostiene una madre que corre por el amor a un hijo. "Ya les he dicho que voy a llegar hasta el final, que me quitaron a la nena pero la ilusión no me la puede quitar nadie". Ni siquiera le apaga el ánimo la reciente sentencia judicial que reconoce el "robo" de bebés por parte del doctor Vela, pero lo deja libre porque los delitos denunciados "ya han descrito". A él, Caíñas le desea "que nunca pase por un dolor como el que ha causado". A su hija, "que ojalá nos encontremos y venga a casa. Que me muero por verla, que no la voy a olvidar".