El esclarecimiento del asesinato del langreano Iván Castro, que recibió tres tiros, uno de ellos en la cabeza, en un garaje de La Felguera el pasado 7 de diciembre, ha puesto de manifiesto la tenacidad de la Policía Nacional. La detención y posterior ingreso en prisión del taxista de origen portugués Nelson A. y de la Marta R. N, pareja de la víctima, demuestra que la máxima policial que dice que las primeras 72 horas son claves para la resolución de un crimen no es más que una observación con un peso empírico relativo. La delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa, afirmó tras las detenciones que "los crímenes siempre se resuelven, tarde o temprano". La afirmación, pese a todo, choca contra la realidad en muchos casos y no hay que salir de las Cuencas para encontrar ejemplos llamativos.

Sólo en Mieres hay dos crímenes sin resolver, a los que habría que sumar, en Riaño, el asesinato, en 2006, de Margarita Piloñeta. En los tres casos la investigación lleva ya tiempo en punto muerto. La negra trilogía arrancó hace ya casi dos décadas. En septiembre de1999 el ganadero mierense Ramiro Valdés apareció muerto en Casares (Ujo). Había sido tiroteado a bocajarro en el interior de su vehículo. Meses de intensa investigación policial sirvieron únicamente para configurar un expediente de cientos de folios. Casi una década ha pasado ya también desde la desaparición en extrañas circunstancias de José María González, un empresario mierense del que nada se sabe desde 2009. Todos los indicios apuntan que fue asesinado. En este caso la Policía Nacional de Mieres ha demostrado recientemente que se resiste a rendirse, abordando un intenso rastreo en La Zoreda, en Oviedo, en busca del cuerpo.

La Policía Nacional reactivó pasado marzo de manera repentina la búsqueda de José María González. Pese a que el operativo se cerró sin hallar pistas sobre el paradero del hombre, el simple hecho de que la juez haya ordenado la actuación pone de manifiesto que hay indicios suficientes para que el caso se mantenga abierto. Desde el primer instante se apuntó a un sospechoso principal, que llegó a estar imputado, pero al que nunca se llegó a detener. Se trata de un empresario de Lena al que el rastreo de los teléfonos móviles lo sitúa junto al desaparecido en la zona que el miércoles fue rastreada y donde se le perdió la pista a la presunta víctima.

Los expertos aseguran que la mayoría de los asesinatos, casi un 80 o 90 por ciento, se resuelve en las primera 72 horas. Pasado este tiempo, la pista comienza a decolorarse. Tras dos décadas, cabe suponer que la investigación termine persiguiendo un espejismo. El asesinato de Ramiro Valdés es un claro ejemplo, ya que 19 después el autor sigue sin aparecer. No ha sido por la falta de empeño de la Guardia Civil, que durante meses desarrolló una intensa investigación, dando forma a un voluminoso expediente que lleva tiempo archivado en algún cajón. Este ganadero encontró la muerte en el monte, en un camino solitario únicamente accesible para todoterrenos. Sentado en uno de estos automóviles, el suyo, fue sorprendido. No hubo excesos. El autor se acercó por detrás, soltó dos disparos a través de las lunas del vehículo y se fue.