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Un juicio rápido y sentencias duras piden los familiares de las víctimas del pozo Emilio

Manuel Moure, padre de un fallecido: "¿Cuánto cuesta la vida de un hijo?, al mío le quitaron 45 años, el tiempo que deberían estar en la cárcel"

Toñi Fernández y Manuel Moure, en su domicilio de Ciñera de Gordón. JESÚS F. SALVADORES / DIARIO DE LEÓN

Es imposible de olvidar. Manuel Moure llegó al portón de la mina Emilio del Valle, en Santa Lucía de Gordón, porque había escuchado que había un accidente en el pozo. Un trabajador se le acercó: "Te acompaño en el sentimiento, Moure". Así supo que su hijo, también Manuel Moure de nombre, había muerto en la planta séptima del pozo. Junto a él fallecieron cinco compañeros, uno de ellos el lenense José Luis Arias, y otros nueve resultaron heridos. Fue el accidente más grave de la minería en 18 años.

"La empresa no me dijo nada", asegura Moure. Aún hoy, un lustro después, los familiares no han recibido ni una llamada de la Hullera Vasco Leonesa. La Audiencia de León hizo públicas, hace unos días, resoluciones por las que desestima dos de los recursos presentados contra el auto de imputación de dieciséis personas por el suceso.

Se enfrentan a sentarse en el banquillo los responsables de la compañía y los vigilantes de aquel fatídico turno. La petición de los familiares consultados por este diario es unánime: que el juicio llegue rápido, aunque la única justicia es que todos siguieran vivos. Y Moure va más allá: "A mi hijo le quitaron 45 años de vida, es el tiempo que deberían de estar ellos en el talego".

Manuel Moure, 71 velas sopladas y más de 35 años de mina a la espalda, es la resistencia hecha hombre: "Conmigo no van a poder, no los dejaré tranquilos", dice, sentado en la cocina de su casa de Ciñera de Gordón. Desde que se produjo el accidente, ha defendido que la muerte de su hijo y de sus compañeros se podría haber evitado: "La mina avisó mucho, tenían que salir dos o tres veces todos los días por el gas (grisú)", asegura. Además, "había medios para dar más seguridad. Pero decían que sacar a la brigada salía muy caro".

"¿Cuánto dinero vale un hijo? Eso no hay quien lo pague", afirma, rotundo. Tres meses después del suceso, la Hullera Vasco Leonesa presentó un informe sobre lo ocurrido. El documento asegura que una "emisión súbita de metano procedente de la cámara de surtiraje o postaller" del macizo 7 causó la muerte de los seis trabajadores. Además de Moure (40 años) y Arias (45), resultaron fallecidos José Antonio Blanco (43), Juan Carlos Pérez (41), Orlando González (44) y el más joven, Roberto Álvarez (36).

La mina, asegura Moure, "es muy oscura". Y lo dice en el sentido de que "la empresa puede intentar ocultar lo que quiera". Quizás por eso el escrito del fiscal del Juzgado número 4 de León, que instruye el caso, es rotundo. Asegura que el accidente fue "previsible y evitable" y subraya, entre otras cosas, que "la ventilación del taller en el que ocurrió el accidente era insuficiente e inadecuadamente ubicada".

También apunta a un "deficiente" sistema de seguridad en el pozo y a que se permitió seguir trabajando "pese a los altos valores de grisú". La pena que solicita es de tres años y seis meses de prisión para cada uno de los investigados.

El proceso judicial, afirma Moure, se está haciendo "muy largo". Vive en un pueblo pequeño y ve, casi cada día, a algunos investigados: "Se produce un efecto muy curioso, casi como si algunos tuvieran el Síndrome de Estocolmo", apunta, para añadir que "a veces parece que dan más pena los que siguen aquí, jugando a fútbol sala o haciendo lo que les da la gana, que los que ya no están".

Parece un hombre fuerte. De esos que nunca esconden palabras. Pero, desde que murió su hijo, vive en un grito que reclama justicia. Recordada es aquella intervención suya en un programa que se emitió en la televisión nacional. Hablaban de minería y de muerte, miró a la cámara y lo dijo: "Rajoy tiene que saber que, cuando él estudiaba en León, se calentaba los huevos con el carbón de Santa Lucía".

No ha perdido ni una gota de aliento, espera al juicio y dice que dará batalla mientras pueda: "Lo hago porque sé que, si me hubiera muerto yo, mi hijo lo haría por mí".

El juicio por el accidente del Pozo Emilio aún no tiene fecha prevista de celebración. Los familiares quieren acabar con la psadilla y creen que sólo encontrarán satisfacción judicial con una sentencia que consideren proporcional a los seis mineros fallecidos.

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