Islandia es un paraíso para los pescadores de salmón. Esta isla atlántica recibe a cientos de aficionados cada año provenientes de los cinco continentes. Todos quieren medir su pericia con la caña en este vergel que brota del mar. Uno solo de sus ríos puede refugiar cada temporada a 40.000 salmones, por los 3.000 que recibe Asturias cada verano. De entre todos los "fértiles" cauces de la isla hay uno especialmente célebre entre los pescadores. Se trata del Lower East Ranga. Echar la caña en estas gélidas aguas cuesta de media más de 3.000 euros diarios. Un mierense, Enrique Fernández Muñiz, ha sido este año quien ha logrado pescar el ejemplar más espectacular. Fueron 98 centímetros de longitud y 10,2 kilos de peso. Lo capturó el 30 de septiembre, aunque hasta hace poco la empresa que explota la actividad deportiva en este magnífico enclave no le confirmó su proeza.
Enrique Fernández pescó el salmón más grande de la temporada en el Lower East Ranga. El logro, trasladado a otros deportes, podría ser algo así como ganar a Nadal en Roland Garros o ser el primero en coronar el Tourmalet en el Tour de Francia. La historia previa a la captura ya resulta por sí misma conmovedora: "Hacía muchos años que quería ir a pescar a Islandia. Era un proyecto que compartía con mi cuñado". Se trata de Luis Vallina, un reconocido odontólogo mierense fallecido el año pasado. "Fue un duro golpe y este año decidí que no podía esperar más". Su amigo Raúl Martínez le acompañó. "Lo único que buscaba era cumplir un viejo anhelo de pescador y rendirle al tiempo un personal homenaje a mi cuñado". Lo que no esperaba en que un hermoso pez se cruzaría en su camino para acabar de hacer la aventura inolvidable.
"En el East Ranga hay muchos salmones, por lo que es relativamente sencillo capturar ejemplares", reconoce Fernández, asesor fiscal de profesión y muy conocido en Mieres sobre todo a raíz de su etapa como portavoz municipal de Foro en el Ayuntamiento. La mañana del 30 de septiembre estaba tirando la caña disfrutando del bucólico entorno cuando su amigo Raúl le indicó que había visto algo moverse no muy lejos de su posición. Enrique Fernández se movió hacia el lugar indicado y de repente sintió un respingo. "Vi una especie de sombra pasar que me pareció terrible. Me llevé un pequeño susto", recuerda. A partir de ahí empezó un combate largo y agotador que pudo ganar cualquiera de los dos contendientes. Tanto el pez como el pescador se mostraron tenaces: "Estaba tirando con cucharilla. Sabía que lo complicado era pasarla por delante del salmón, pero al final lo conseguí y picó". Con el primer tirón tuvo que soltar casi un metro de nailon. "Estaba metido en el fango y el salmón tiraba con mucha fuerza". El tiempo pasaba y la batalla no acaba de decidirse. Las fueras empezaron a decaer a ambos extremos de la caña. "Estaba utilizando una relativamente pequeña y al final tardé 28 minutos en sacarlo. Estaba agotado y hubo un instante en que pensé en dejarlo. Llegó un momento que hasta me temblaban las piernas".
Al final el pescador mierense fue más testarudo que el salmón finlandés. "Cuando lo tenía fuera me percaté de lo grande que era. Enseguida vi llegar a uno de los guías dando saltos. La verdad es que me acordé de mi cuñado y me emocioné un poco ". Cuando regresó al campo base, los guardas del río le confirmaron que era el ejemplar más grande que se había pescado en lo que iba de temporada. "No obstante me dijeron que no me emocionase, que era muy probable que alguien me superase ya que otras temporadas se habían pescado salmones más grandes". Semanas después, ya en casa, le confirmaron que nadie le había superado. Un mierense logró coronarse en el reino de los salmones.
