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La historia reciente y el futuro del municipio

Un mirador al Mieres más próspero

El profesor Luis Jesús Llaneza y el fotógrafo José Ramón Viejo presentan "Desde mi ventana", un repaso al concejo desde mediados del siglo XX

José Ramón Viejo y Luis Jesús Llaneza con el libro "Desde mi ventana". FERNANDO GEIJO

Luis Jesús Llaneza (Mieres, 1938) ha sido un atento observador del devenir de Mieres desde mediados del pasado siglo XX. Este respetado profesor (facultativo de Minas, catedrático de Matemáticas y doctor en Ciencias) mantuvo una estrecha relación con algunas de las grandes personalidades del concejo, la mayoría ya desaparecidas. "He tenido la suerte de estar casi siempre rodeado de personas mayores que yo y eso te permite absorber muchos conocimientos". Ahora, Llaneza ha hecho un regalo a las generaciones jóvenes, posibilitando que a través suyo se reencuentren con quienes décadas atrás derrocharon vigor y sabiduría en un intento, en cierta medida estéril, de evitar que todo un pueblo quedase enterrado por la imparable demolición industrial. Junto al fotógrafo José Ramón Viejo ha publicado el libro "Desde mi ventana". Quien se asome a este evocador mirador podrá reencontrarse con un Mieres próspero y con las gentes que contribuyeron activamente a dotarlo de alma.

Jesús Suárez Valgrande, Alfredo Visiola Rollán, Víctor Alperi, Prisciliano García, Vitos Natal, Jerónimo Ibrán Mula o la saga de los León son algunos de los mierenses cuya trayectoria repasa Luis Jesús Llaneza. Pero por encima de todo hay dos actores que brillan en el reparto. Se trata de la exdirectora del IES Bernaldo de Quirós, Carmen Díaz Castañón, y del polifacético Luis Fernández Cabeza, entre otras muchas cosas, corresponsal en Mieres durante más de dos décadas de LA NUEVA ESPAÑA. "Carmen amplió el mundo de los niños del concejo. Les permitió tener una concepción amplia de la vida, el arte y el conocimiento", resalta el que fuera compañero de trabajo de la recordada docente. "Consiguió que el instituto de enseñanza media fuera un foco que irradiase cultura a un pueblo que estaba muy necesitado de ella". De Fernández Cabeza destaca que fue una fuente inagotable de ideas y proyectos. "Ejerció de historiador, economista, antropólogo, profesor, urbanista, gastrónomo montañero, etnólogo, visionario, periodista y muchas otras cosas más".

Compromiso

Luis Jesús Llaneza ha estado siempre comprometido con la sociedad civil mierense, cuenta con varias publicaciones, la mayoría vinculadas al concejo, como el libro dedicado a la vieja Escuela de ayudantes y capataces facultativos de Minas. Calcula haber dado clase a entre siete u ochomil jóvenes. Con medio siglo de carrera docente a sus espaldas, prefiere adoptar el papel de alumno cuando invoca a sus referentes. Luis Fernández Cabeza, por ejemplo, fijó los cimientos de muchos proyectos vertebradores de la ciudad, como el campo de fútbol o la piscina climatizada. Se comprometió con Mieres hasta el punto de intentar frenar, casi en solitario, el desarrollo del lavadero minero del Batán al entender que encorsetaba el futuro crecimiento de la ciudad. "En los años sesenta Fábrica de Mieres tenía un gran poder y la empresa prohibió a todos sus trabajadores comprar en librería propiedad de Fernández Cabeza", recuerda Llaneza. Al final, diferentes urbanistas y geógrafos han subrayado el error histórico que supuso limitar el crecimiento de Mieres con asentamientos industriales tanto al norte (lavadero del Batán) como hacia el sur (polígono de Vega de Arriba). Fernández Cabeza intuyó el error, pero nadie le escuchó.

Las juiciosas voces acalladas han quedado custodiadas en el tenue susurro de la conciencia, pero el presente también ofrece contribuciones sin provecho. "Los mierenses nunca hemos sabido pedir ayuda. Actualmente hay muchas personas que podrían ayudar a quebrar una decadencia que se arrastra desde principios de los sesenta. Es fácil pensar en Víctor Manuel, pero, por ejemplo, el cocinero José Andrés podría seguramente contribuir a dar a conocer este concejo. Ahora bien, si no sabemos pedir colaboración de nada sirve la buena disposición de las personas", señala Llaneza.

El municipio ha sido históricamente un espacio de llegada. El florecimiento industrial hizo que trabajadores de toda España se asentaran en un concejo que les ofrecía la posibilidad de iniciar un proyecto de vida. La "generosidad" mostrada posiblemente haya empobrecido en parte la identidad de Mieres: "Aquí es muy difícil encontrar a una familia con una vinculación al concejo de cinco generaciones. Somos un valle abierto que está en el camino y eso tiene cosas buenas y otras malas. Los territorios más cerrados se mantienen más unido y se juntan para defender sus intereses. Uno de los problemas de Mieres es que todo es del último que llega". Luis Jesús Llaneza percibe que a Mieres le ha faltado tenacidad cuando se ha visto en posición de abalanzarse a la conquista de proyectos de futuro: "Aquí tenemos el valle de Turón que alberga en un espacio muy concentrado todos los vestigios de la minería. Sin embargo, los grandes proyectos turísticos ligados al patrimonio de Hunosa se han ejecutado en la comarca del Nalón. Nuestra cuenca vecina siempre ha sido mucho más reivindicativa a la hora de reclamar lo que entienden que merece".

Este veterano profesor puede ilustrar su análisis con muchos más ejemplos, como el de Fábrica e Mieres. La ciudad creció al calor de sus altos hornos hasta que, de un bocado, la tierra se tragó todo este entramado industrial. Primero, entre 1967 y 1970, desaparecieron los empleos y, poco después, las mastodónticas edificaciones fueron demolidas hasta no dejar rastro de aquel próspero y bullicioso enclave fabril. De Fábrica de Mieres no queda en pie ni un almacén. El único vestigio es una tumba, la de Numa Guilhou. El resto son viejas y descoloridas fotografías "Es penoso que no haya quedado ni un triste monolito", lamenta Llaneza.

Pérdida de población

La estación a la que a mediados del pasado siglo no dejaban de llegar viajeros con la intención de instalarse en el municipio es ahora un anden de salida. Y es que Mieres pierde cada año entre quinientos y mil vecinos: "Aquí no hemos luchado por nada, pero aún estamos a tiempo. Tenemos una ciudad con buenas infraestructuras y con posibilidades de atraer población joven. No podemos dejar que nuestros colegios pierdan calidad, apostar por los servicios, por el deporte y la cultura. Debemos atraer ideas y pedir ayuda. Hay que abaratar la vivienda. Pese al deterioro, seguimos siendo un buen lugar para vivir, pero no podemos perder más tiempo". Son algunas de las reflexiones de Luis Jesús Llaneza tras una vida entera observando el devenir de una ciudad en la que el progreso y la involución se han engarzado con una desconcertante rapidez.

El libro que plasma lo visto desde su ventana se presentará mañana lunes, a las siete y media, en la Casa de Cultura de Mieres, un acto en el que colabora el Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas.

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