"Un pobre hombre, para quien la vida no ofrece ya atractivo alguno. Fue víctima de unos momentos de irreflexión; la obcecación y el arrebato embargaron su mente, y fuera de sí, maquinalmente, descargó tres veces la pistola contra la mujer de sus ensueños, cayendo al suelo inerte y bañada en sangre. Había recibido una negativa rotunda y decisiva a una declaración suya de amor. Y no queriendo él sobrevivir (?) vuelve el arma contra su persona, fracasa en sus deseos suicidas sanando de las lesiones que se produjo después de varios meses. Y quedó ciego".

Así exponía el desaparecido diario "Región" un caso de violencia machista, ocurrido en 1932 en La Rebollá (Mieres), que aún hoy horroriza al feminismo. Ese hombre mierense quedó libre al concluir el jurado que había actuado "víctima de un arrebato y de la obcecación". Sólo unos días después de culminar los actos por el Día Mundial contra la Violencia Machista, LA NUEVA ESPAÑA analiza con expertas este negro legado patriarcal. La respuesta es unánime: "Hemos avanzado, pero aún queda mucho camino por andar".

El caso del "ciego de amor". Fue como se bautizó este asesinato machista en la sociedad de los años treinta. El hombre, que durante el juicio quedó claro que no había mantenido ninguna relación con la chica con anterioridad, le disparó a sangre fría después de que ella rechazara una proposición para salir juntos. A pesar de que entre la negativa de la mujer y los disparos transcurrieron varias horas, la defensa basó su alegato en la "obcecación" y el "arrebato" del hombre. El jurado estaba formado por mujeres y el letrado se dirigía así a ellas: "El acto ejecutado por mi patrocinado no ha sido humano, el acto humano es aquel que procede de una voluntad deliberada y en el día de autos faltó a Mauricio (el acusado) el libre albedrío". "Cumplid con vuestra conciencia y pensad, mujeres, que si al amor lo pintan ciego ahí lo tenéis sentado en el banquillo", añadía.

La historiadora Arantza Margolles, especializada en la investigación de crímenes, asegura que "los sucesos son un modo de divulgación de la historia". "En los casos de violencia machista de la época, es cierto que aparecen siempre ciertas posiciones de pena hacia el agresor y cierta justificación", añade. Pero matiza que el caso del "ciego de amor" es chocante "incluso para la sociedad de la época".

Las palabras del juez, durante el procedimiento, tampoco tienen desperdicio. Según recogen las informaciones de la época, el presidente de la sala pronunció un discurso antes de que el jurado femenino se retirara a deliberar. En él, apuntan los documentos, "emite unas elocuentes palabras, en las que hace saber a los jurados que deben cumplir con el deber de ciudadanía, dictando un veredicto con arreglo a sus conciencias". Y estas fueron sus palabras textuales: "Para ello, debéis tener en cuenta que la justicia no está reñida con la caridad".

"Se pretende trasladar que no es un asesinato, sino una pasión. Y que él no es un asesino, sino un enfermo", asegura la presidenta de la asociación contra la violencia de género "Maeve", Marina González. La experta afirma que, hoy en día, sería "imposible" escuchar un alegato de tal calibre en un juzgado. No obstante, afirma que "aún hoy se referencia la enfermedad mental, los celos o el alcohol en algunos casos". Además, llama la atención sobre "el comportamiento patriarcal" hacia las mujeres en general, y la víctima en particular. Y los mitos del amor romántico, haciendo alusión a dichos como "en el corazón no se manda" o "la mujer de su ensueño". "Aún hoy no se han desterrado", apunta la presidenta de "Maeve".

Y el juicio a la víctima. En el proceso por el caso de La Rebollá, se llamó incluso a declarar a una amiga de la víctima. Ella tuvo que decir que la joven no tenía relaciones con ningún hombre y que nunca había sido novia de su asesino. "En los casos de violaciones, el proceso era más duro contra el agresor si se demostraba que la mujer era 'decente' ante las autoridades", explica Margolles. Si la mujer tenía algún "antecedente" que se considerara "inapropiado", el hombre podía resultar libre sin juicio.

También en Laviana

La mujer era sometida a un escrutinio total y absoluto. Tanto que, en algunos casos, hasta tener curvas era delito. Como ocurrió en Laviana, a principios del siglo pasado: un Guardia Civil mató a su exnovia y quedó libre porque ella era una mujer "voluptuosa". "Decidieron que era imposible que él pudiera aceptar la negativa de una mujer tan provocativa", señala Margolles.

Y una última pregunta para Marina González, al frente de una entidad que lleva casi dos décadas luchando contra la violencia machista:

- ¿Aún sufren las mujeres la huella que dejaron casos como el del "ciego de amor"?

-Sí, es una herencia que tenemos que rechazar.