La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Día Internacional de las Personas con Discapacidad

Carrera de obstáculos para Rosana

Una mierense de 16 años con movilidad reducida debido al síndrome de Hurler denuncia las barreras en el casco urbano

Rosana Casasola encuentra a diario cientos de obstáculos. En las imágenes, la joven pasea por el centro de Mieres, con escalones a la puerta de los bares y aceras estrechas para su silla. J. R. SILVEIRA

Rosana Casasola tiene 16 años. Sufre el síndrome de Hurler, una patología genética -encuadrada en las denominadas "enfermedades raras"- que afecta severamente a su movilidad. Suma más de ochocientos ingresos, múltiples operaciones dolorosas y un esfuerzo diario. Aún así, ha conseguido muchos logros: el último, el Premio al Esfuerzo Académico por sus estudios en el IES Bernaldo de Quirós. Pero poco alivio tiene para esa vida de lucha, porque hasta ir a tomar un café resulta una odisea. Ella y su madre, Mari José Díaz, han emprendido una campaña para terminar con las barreras arquitectónicas en Mieres. Aseguran que cada vez son más y que el Ayuntamiento "no hace nada" porque se cumpla la normativa en materia de accesibilidad.

"Lejos de mejorar, cada día es más difícil todo". Lo dice Rosana mientras da un paseo con LA NUEVA ESPAÑA, en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, por el centro de Mieres. El primer establecimiento hostelero en el que intenta entrar tiene un escalón de más de cuatro centímetros en la puerta. "El año pasado pensábamos que todo cambiaría, con la ley para las nuevas edificaciones, pero lo cierto es que se han abierto varios establecimientos y están igual o peor que los antiguos", afirma su madre, que camina junto a la chica. La mayoría de las cafeterías de la zona no tienen rampa. De ir a cenar fuera, prácticamente se han olvidado ya: "Tenemos que estar en una terraza, pero tampoco están preparadas para el frío", explica Díaz. Ni una manta ni estufas.

No es una queja por no poder ir de bares, matizan. El problema con los establecimientos hosteleros es sólo un ejemplo de las dificultades diarias para las personas con movilidad reducida o que llevan un carrito. En la calle Manuel Llaneza, varias terrazas ocupan toda la acera y es prácticamente imposible que la silla pase sin invadir la carretera.

Hartas de esta situación, hace unos días, la madre compartió una publicación en la página de "Facebook" de su tienda de ropa: "Voy a empezar una sencilla campaña de concienciación y de recogida de firmas para ver si algunos hosteleros o comerciantes de Mieres se ablandan y nos ponen rampas", afirmó. Tuvo un impacto importante entre la ciudadanía mierense: un alcance de cerca de 30.000 personas, más de cuatrocientos compartidos y decenas de comentarios de apoyo.

La ciudadanía

"Bien poco pedimos", afirma la madre. Creen que esta situación es el resultado de "la falta de empatía" de algunos comerciales y del "mirar hacia otro lado" del Ayuntamiento y la Policía Local. "No digo que multen, pero sí que estén atentos y que adviertan de la necesidad de respetar unos mínimos para que los discapacitados puedan hacer una vida normal", explico Díaz.

En el paseo de Rosana Casasola con este diario, ninguno de los vecinos que estaban en las terrazas apartó su asiento para que la joven no tuviera que bajar a la carretera: "Creo que este total abandono por parte de las administraciones hace que la gente haya perdido un poco la empatía", reconoce, con pena, la madre de Rosana. Hace falta un poco más de conciencia social, añade la madre de la joven. Bien merece Rosana algún obstáculo menos en la vida.

Compartir el artículo

stats