José María Fernández Díaz- Formentí disertó en la Casa de La Buelga de Ciaño sobre la reedición de su libro "Árboles y arbustos naturales de Asturias", que vio la luz en el año 2000 y ahora vuelve a ver la luz de la mano de la editorial Luna de Abajo. El acto, organizado por la Asociación Cultural Cauce del Nalón en colaboración con el Ayuntamiento de Langreo y el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas, fue introducido por el editor Helios Pandiella. Destacó que Díaz- Formentí es médico estomatólogo si bien su segunda profesión, la de naturalista, le ha llevado a realizar una intensa actividad de investigación sobre todo en América del Sur, especialmente en la zona andina y amazónica, y por supuesto, en el Principado de Asturias. Del mismo modo, el editor destacó la incesante labor divulgadora del naturalista que cuenta en su haber con la publicación de ocho libros individuales y numerosas obras colectivas así como exposiciones fotográficas.

Díaz-Formentí comentó que "me enamoré de Redes hace muchos años y compré una cabaña en el camino que va de Bezanes a Brañagallones, así que me precio de ser un buen conocedor de la zona, amante de la misma y por supuesto de sus gentes".

"Los árboles juegan un papel fundamental en el paisaje asturiano y de hecho Asturias es inimaginable sin árboles pues sin ellos sería una tierra tan fría como triste", referenció el investigador. En el Principado, "tenemos una cobertura de vegetación arbolada tan importante que llega a ser indisoluble e inherente a nuestro paisaje y nuestra esencia", dijo. Y añadió: "Esta cobertura vegetal la tenemos desde el nivel del mar hasta más de 1.800 metros de altitud". Además, destacó "la calidad y no solo la cantidad" de los bosques asturianos. "Tenemos la suerte de contar con bosques tan reconocidos como el de Muniellos o los hayedos de Redes o Ponga que guardan hallazgos importantísimos no solo de arboleda o arbustos, sino también de líquenes y hongos".

El ponente destacó que la vegetación arbolada de Asturias da cobijo a la triada más emblemática de nuestra fauna: el oso, el lobo y el urogallo, al tiempo que enumeró un buen número de aves que son cien por cien dependientes de los árboles y las campiñas arboladas como los camachuelos o el reyezuelo listado, entre otros. Entre los mamíferos destacó el lirón gris y la ardilla, además de insectos propios de las zonas boscosas "como la bacaloria o el ciervo volante".

Díaz Formentí también mencionó la importancia cultural de los árboles y recordó que ya desde tiempos inmemoriales y hasta nuestros días el poblador asturiano ha tenido una relación de amor odio con el bosque. "El bosque era algo a dominar y a vencer, pues había que conquistar terrenos para la ganadería y los cultivos pero al mismo tiempo es necesario para procurar madera y alimentos", recordó para finalizar.