Felipe L. M. M., el hombre de 60 años acusado de matar a su hijo Raúl Montes Delmiro, de 34, el pasado año en la localidad de Lantero (San Martín del Rey Aurelio), aceptó ayer una condena de cinco años de cárcel por los hechos. Según expuso la Fiscalía, el crimen se produjo tras una violenta discusión en la que Raúl había amenazado de muerte a su familia. En el acuerdo alcanzado con el ministerio público, el padre reconoció que disparó a su hijo con su rifle en un "arrebato, sobrepasado por la situación y porque temió por la vida de su esposa, de su otro hijo y por la suya propia".

La sentencia, ya firme, se dictó ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial con la conformidad de las partes, que confirmaron el acuerdo alcanzado previamente. "Según se declaró probado, la víctima se comportaba de forma violenta con su familia de modo habitual e incluso había tenido una orden de alejamiento respecto de su padre, a quien había intentado ahogar mientras dormía" en el sofá hace cinco años, apuntó la Fiscalía.

Los hechos ocurrieron sobre las 13.00 horas del 2 de noviembre de 2017, cuando Felipe L. M. M. se encontraba en su domicilio de Lantero en compañía de su esposa y de sus dos hijos, Raúl Montes y M. M. D, preparando todo para empezar a comer juntos. En un momento dado, según apuntó la Fiscalía, Raúl comenzó discutir con su hermano, que trabaja en un taller de coches, por un trabajo de pintura que había realizado al vehículo de la víctima, increpándole, diciéndole que era "un mierda", un chapuza, que se lo tenía que volver a pintar porque no le gustaba cómo se lo había dejado. Raúl llegó a pegarle un puñetazo en la cara, para acto seguido agarrar el mantel y tirar todo lo que estaba en la mesa, la vajilla y la comida, por lo que el padre le dijo que se fuera de casa y que les dejara vivir en paz, "dado que este tipo de comportamiento violento con toda la familia era habitual".

Raúl salió diciendo "estáis todos muertos, hijos de puta", quedándose inmóvil fuera de casa, cerca de la puerta de entrada en actitud amenazante, como esperando a que saliese alguien de la casa. El acusado, que temió por su vida y la de su familia, se vio "sobrepasado por esa situación, y sin saber cómo, se ausentó de la cocina para ir al bajo cubierta de la casa a coger un rifle, que poseía por ser cazador, y se dirigió hacia las escaleras del exterior de la casa, hacía donde había ido su hijo, que se encontraba mirando hacia la puerta de la vivienda. Una vez frente a él, le disparó hasta en dos ocasiones, llegando a alcanzarle en primer lugar en el antebrazo izquierdo y en segundo lugar en el hemotórax derecho, volviendo a efectuar un disparo, que le alcanzó la cabeza".

El padre, tras llamar a la Policía, fue detenido el mismo día 2 de noviembre de 2017, e ingresado en prisión provisional. El fallecido no tenía mujer ni hijos, y su madre y su hermano han renunciado a cualquier tipo de indemnización por lo sucedido. Los hechos fueron considerados constitutivos de un delito de homicidio del artículo 138 del Código Penal, con la agravante de parentesco y las atenuantes de arrebato y de confesión.