"El 17% de niños y adolescentes españoles está en riesgo de mala salud mental", alertó la psicóloga turonesa Sandra Barreiro, que en la actualidad ejerce en el Instituto Uría de Ciencias Aplicadas a la Educación de Oviedo. Fue protagonista de la charla-coloquio titulada "Cómo entender a mi hijo", que tuvo lugar en el Ateneo de Turón dentro de las actividades de su XII Semana cultural. El acto fue organizado por el Ayuntamiento de Mieres y contó con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.

Las estadísticas son preocupantes: el trastorno mental, en sus diversas modalidades, es la tercera enfermedad más diagnosticada en pacientes entre los 4 y 15 años, y los porcentajes de niños y jóvenes que presentan problemas de aprendizaje, emocionales, de relaciones y conducta y de falta de empatía, van en aumento. "Los cambios familiares afectan al desarrollo de los hijos", recalcó la psicóloga, que señaló cómo la incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha influido en la tasa de natalidad y en el tiempo de dedicación a los hijos.

"La situación actual, de más horas de trabajo a cambio de un menor sueldo, altera y tensiona la relación familiar, algo que los hijos perciben claramente", expuso Barreiro, que estableció la comparación entre pasado y presente en la gestión del tiempo libre. "Años atrás, los niños jugaban en la calle con sus iguales; hoy, lo que predomina es la dependencia de las nuevas tecnologías, con un niño pegado a una pantalla y relacionándose a través de las redes sociales", dijo la psicóloga turonesa, incidiendo en que "la mitad de los niños juega menos de una hora diaria al aire libre". "Si deben dormir de 8 a 9 horas, están en el colegio unas 6 horas, tienen actividades extraescolares y deberes, y dedican 3 horas diarias a las herramientas digitales, ¿qué tiempo nos queda para la relación familiar?", preguntó la ponente, que percibe un mayor desconocimiento de los padres sobre los hijos.

"El teléfono móvil nunca es recomendable antes de los 14 años", remarcó. "A más tecnología, mayor necesidad de compensar con actividades en la naturaleza", dijo Barreiro, que lamenta el escaso tiempo de los niños para jugar y llama a los padres a adaptarse a las características de cada hijo, con sus propias necesidades e intereses particulares. "Las normas claras facilitan las relaciones", señaló, advirtiendo de que "los hijos nos echan un pulso que, como adultos que somos, hemos de saber gestionar", recalcando la importancia de valorar lo positivo y, en su caso, castigar las conductas indeseadas de forma clara, inmediata, consecuente y firme.

"Los mensajes negativos no ayudan y los castigos demasiado prolongados pierden su eficacia", advirtió la psicóloga, que recomienda, paciencia, comprensión, cercanía y empatía durante las etapas de descubrimiento y exploración. "De niños, los referentes son padres y profesores, pero en la adolescencia pasan a ser sus iguales, los amigos, con los que comparten experiencias", dijo Barreiro, que remarca la importancia de entender la dificultad emocional del periodo de crecimiento. "Esto es como una partida de ajedrez, cargada de estrategia, en la que el adulto ha de actuar con todas sus capacidades para poner rigor y cordura en la relación", recomendó. "La misión de los padres es conocer las características de sus hijos, mantener el control y ser un cierto ejemplo para, así, con cariño, calma, afecto, paciencia y amor, fomentar su seguridad, madurez y confianza", manifestó. Labor sin duda compleja, pues Sandra Barreiro reconoció que "la maternidad no está entre mis planes".