Hace algo más de dos años que Segundo, el sacerdote que entonces era párroco en San Pedro (Mieres), le propuso a Tensi Orejas "que hiciera algo con el belén" de la iglesia. Sabía que la feligresa tenía buena mano para la artesanía, así que le dio unas cuantas figuras y ella compuso un Nacimiento muy coqueto. Ha perfeccionado su técnica y, esta Navidad, el suyo es uno de los belenes más espectaculares de la comarca: una recreación de cinco por tres metros, a la que no le falta detalle y que estará colocada en el templo mierense hasta el 7 de enero.

"Es una preciosidad, parece que el pueblo está vivo". Isolina Iraola y Viole Casado son feligresas de San Pedro que colaboran con la parroquia desde hace décadas. Las dos se han quedado después del oficio dominical para admirar el trabajo de su amiga Tensi Orejas: "Es que tu mira, no le falta detalle. Tiene hasta los tendales llenos de ropa". Y es verdad, no hay casa sin muebles, incluso con unos cristales que permiten intuir la vida en el interior. Algunas viviendas parecen de roca caliza y otras de piedras oscuras, todas construidas con esmero.

Horas y días enteros de trabajo. "Estuve desde mediados de octubre dedicándole casi todo mi tiempo libre", reconoce Orejas. Empezó a aficionarse a los nacimientos cuando el párroco Segundo le propuso montar el belén. Y, el año pasado, se hizo con el premio al "Mejor nacimiento" que otorgaba el Ayuntamiento de Mieres. Este año no hubo convocatoria: "Es una lástima, porque supone un aliciente para que no se pierda la tradición. Nos gustaría que se recuperara", afirmó.

Una tradición que ella ya maneja al dedillo. La pieza que más le gusta de su belén es el Misterio, el portal con la Virgen, San José y el niño Jesús. "Lo único malo es que nos queda un poco alejado del centro del montaje, que es donde debería estar", afirmó. El montaje, aunque ella sea modesta, es muy llamativo: una cascada baja desde lo alto del pueblo, hay huertas con verduras y una distribución coronada por el castillo.

Aquí hay truco. Su hijo, Andrés Coto, es ingeniero y la ayudó en la parte técnica. "La verdad es que él también se esforzó mucho, le agradezco el trabajo", aseguró Tensi. Gracias a él, y a cinco metros de cable bien distribuidos, el belén tiene luces y la cascada cae sin parar y sin entorpecer los quehaceres de un pueblo que parece estar vivo.

Es un nacimiento que cumple con todo. Incluso con el medio ambiente. El barro y el musgo sobre el que reposa el belén se aprovechan de un año a otro, los materiales son reciclados. Y aquí un secreto de la artesana para que las casas queden inmejorables: "Uso cajas de brócoli, son las que tienen el poliespán más adecuado". Un consejo de regalo, que en Navidad es casi obligatorio compartir con el prójimo.