El juzgado de lo Penal de Langreo recibió ayer la visita, por partida doble, de Alejandro G. M., conocido como el estafador del "caso Shamira" por haber perpetrado numerosos timos en toda Asturias. El joven, que está cumpliendo condena en Villabona, volvió a los tribunales acusado de desmantelar un bar en Langreo y por una estafa con dos móviles que adquirió en una tienda del municipio. También aprovechó para mostrar arrepentimiento ante el juez. "Ya no tomo nada, quiero salir lo antes posible de allí", aseguraba al magistrado.

En el primero de los juicios, el del bar, el acusado reconoció los hechos y pactó una condena de seis meses de cárcel. Lo ocurrido tuvo lugar en mayo de 2017, cuando firmó el contrato de arrendamiento de un local en la calle Doctor Fleming de La Felguera, con mobiliario y electrodomésticos necesarios para la actividad de hostelería que iba a desarrollar. Sin embargo, no abonó al propietario ninguna de las mensualidades correspondientes, por lo que el dueño impulsó en el mes de septiembre de 2017 un procedimiento de desahucio, que acabó siendo ejecutado el 29 de diciembre de ese año. Así, una vez que el propietario accedió al local pudo comprobar que faltaban 5 mesas de pie metálico negro cuadrado, 20 sillas de madera de color marrón de estilo clásico, 3 taburetes de madera de color marrón de estilo clásico, un frigorífico combi, una cocina de gas butano y un reloj de pared. Además, el propietario se encontró numerosos desperfectos.

Tras admitir lo ocurrido, pactó una condena de seis meses de prisión por el delito de hurto en lugar de los doce meses que inicialmente pedía el Ministerio Fiscal. También se le condenó por un delito de daños con una multa de dos euros al día durante seis meses, además de tener que indemnizar al propietario del establecimiento hostelero con 2.500 euros que abonará en 24 plazos. Después, Alejandro G. M. se sinceró con el juez, quien se interesó por su vida en prisión. "Me dedico a limpiar, pero también hago ejercicio y estoy estudiando tercero de la ESO", aseguró al letrado. También le explicó que "me llevo bien con los compañeros". Otro aspecto por el que se interesó el juez fue por si tomaba drogas: "Estoy en la Unidad Terapéutica y Educativa, y ya no tomo nada". Por último, aseguró que recibía de forma periódica la visita tanto de su madre, como de su padre -presente ayer en la sesión- y su hermano. "Esto intentando salir lo antes posible, ya solo me queda este juicio", apuntó antes de abandonar la sala. También aprovechó para abrazar a su padre, que había declarado como testigo en el juicio por la estafa con los móviles.

Este segundo juicio sí se celebró y quedó visto para sentencia tras pedir Fiscalía una pena de un año y nueve meses de cárcel por estafa y dos años por falsedad documental. En este caso, el joven había acudido a una tienda de móviles de Langreo, adquiriendo un terminal con el DNI de su madre que después vendió a un particular. Nunca pagó el móvil. Sin embargo, el acusado afirmó en el juicio que en la tienda le habían permitido obtener el teléfono sin que su madre estuviese presente, algo que la dependienta negó: "Acudió con una señora que aparentemente era su madre, la compañía dio de paso la cuenta y por eso pudo irse con el teléfono".