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Sin rastro de José María González

La Policía y la familia del empresario mierense desaparecido hace ahora 10 años esperan que nuevas pistas puedan dar un impulso a la investigación: "No cesaremos en el empeño"

José María González.

José María González González desapareció sin dejar rastro hace diez años. La familia y la Policía Nacional no tienen ninguna duda de que fue asesinado. Hay incluso un sospechoso principal, pero la investigación no ha logrado recabar pruebas suficientes para acusarle, aún cuando inicialmente fue imputado. El principal escollo del caso es que el cuerpo de este empresario mierense nunca apareció. La señal del teléfono móvil de José María González se apagó de pronto la tarde del 30 marzo de 2009, en La Zoreda. Hace un año, también por estas fechas, la Policía Nacional reactivó en las proximidades de esta localidad oventense y de manera repentina la búsqueda. No se encontró nada relevante pese a la amplitud del operativo.

La Policía Nacional dejó patente el año pasado su tenacidad a la hora de intentar esclarecer lo que todo apunta es un crimen irresoluto. "Por nuestra parte no cesaremos en el empeño", aseguran a este periódico fuentes policiales. De hecho, el contacto entre la Comisaría de Mieres y la familia de la presunta víctima se mantiene activo y es muy frecuente. Y es que los allegados a José María González están convencidos de que éste fue asesinado. "No tenemos la menor duda de que lo mataron y estos diez años han sido una tortura", explican.

Pese a que a estas alturas ya no se contempla ninguna otra opción, en realidad nadie puede afirmar con rotundidad que José María González fue asesinado. Se trata, valga la paradoja, de una certeza sin confirmación. La Policía Nacional reconoce que mientras no aparezca el cuerpo o surjan nuevas pistas determinantes, será complicado que la investigación avance. Y mientras, la familia se ve atrapada en una lacerante coyuntura que no puedan superar del todo para seguir con sus vidas: "Son muchas las preguntas que te haces y que te acompañan. Es duro estar en esta situación".

José María González tenía 57 años cuando desapareció el 30 de marzo de 2009. Era una persona muy conocida en Mieres. Había sido minero y, posteriormente, durante un tiempo, fue gerente de una empresa de ambulancias. El día de su desaparición había estado toda la mañana con su mujer. Por la tarde salió a tomar un café y aseguró que volvería para la hora de la cena, a las diez y media de la noche. Desde entonces, todo es silencio en torno a este hombre.

La investigación se centró desde el primer día en un sospechoso y en un lugar, La Zoreda. Cuando el caso parecía haberse apagado, la Policía Nacional lo retomó con energía hace ahora justo un año. Los agentes encargados del caso, tras recibir autorización judicial, desplegaron un amplio dispositivo sobre el terreno, con unidades de subsuelo y sistemas de georradar. El minucioso rastreo se circunscribió a una zona de viviendas concreta situada en las afueras de La Zoreda, en Oviedo, conocida como Pasaje de Cabornio. Desde el primer instante también se apuntó a un sospechoso principal, que llegó a estar imputado, pero al que nunca se llegó a detener. Se trata de un empresario de Lena al que el rastreo de los teléfonos móviles lo sitúa junto al desaparecido en la zona que el año pasado fue rastreada y donde se le perdió la pista a la presunta víctima.

La actuación desarrollada en marzo del año pasado no aportó avance ninguno a la investigación. Fue tan intensa como improductiva. No se encontró el cuerpo ni indicios sólidos en relación a que pudiera haber sido enterrado en la zona. Un equipo del grupo Operativo de Intervenciones Técnicas, desplazado desde Madrid, rastreó dos fincas con modernos equipos de georradar, similares a los que se utilizaron, por ejemplo, en la búsqueda de Marta del Castillo, la joven sevillana desaparecida también en 2009.

José María González pronto cumplirá una década desaparecido. La Policía Nacional no ha dejado de investigar y las pesquisas apuntan a un que fue víctima de un crimen. El autor ha logrado de momento esquivar a la justicia, pero no ha dejado de sentir cerca el aliento de los agentes: "No cesaremos en el empeño". Se dice que no hay crimen perfecto.

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