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XABIER AZKOITIA | Experto en cuidados a mayores y cuidados paliativos

"La sociedad esconde a la gente mayor, considera que la vejez es algo feo"

"Los centros comerciales no pueden ser el lugar donde las personas socialicemos, la ciudad no debe quedar como un espacio solo para el consumo"

Xabier Azkoitia. J.R. SILVEIRA

Xabier Azkoitia Zabaleta (Urretxu, Guipúzcoa, 1966) es uno de los principales expertos en cuidados a gente mayor del país. Licenciado en Teología, Máster en Counselling, Máster en Duelo y Posgrado en Cuidados Paliativos, es profesor y trabajador del Servicio de Atención Espiritual y Voluntariado del Centro de Humanización de la Salud de Los Camilos, en Madrid. Tiene claro que "envejecimiento no es sinónimo de enfermedad", y que las ciudades están cada vez más hechas para "consumir y menos para socializar y convivir". Impartió un taller de voluntariado en el Patronato San José de La Felguera, y participó en las jornadas "Solidarios con los Mayores".

-¿En qué consiste su participación en el curso?

-El Patronato está llevando a cabo un itinerario de formación para sus voluntarios, para ofrecer unos cuidados adecuados a los mayores. ¿Quiénes cuidan? Familiares, trabajadores y voluntarios. Estuve con treinta personas en formación, y trabajamos en la mejora del cuidado de las personas con demencias.

-¿La aparición de la demencia aumenta la dificultad de ofrecer cuidados de calidad?

-Quien está bien sigue en su casa. A un mayor suele cuidarlo otra persona mayor. La expectativa de vida en España es de 84 años, y en una residencia esas edades son aún mayores. ¿Cuándo van a una residencia? Cuando se necesita apoyo por tu dependencia. En una entidad social las tareas asistenciales las llevan a cabo los trabajadores. Pero aparte de levantarse, desayunar, estar limpio y bien vestido, hay que convivir. Y eso es hablar, conversar, tener un proyecto de vida. Por eso la sociedad civil tiene que comprometerse, y ahí entra el voluntariado. Si queremos que Langreo o cualquier otra ciudad sea un lugar que cuida de sus vecinos, es necesario que los vecinos se cuiden entre ellos.

-¿Cuánta gente sufre algún tipo de demencia?

-Un 25% de los mayores de 80 años, que crece hasta el 50% en la gente de 85. A partir de ahí, subiendo en proporción.

-Cada vez hay más gente mayor...

-Sí. La expectativa de vida crece, y hay que hacer frente a esto. Envejecer es bueno, envejecimiento y enfermedad no van de la mano, son dos cosas diferentes. Pero hay mayores con deterioro cognitivo, uno propio de la edad, que no causa más problema, pero en otros viene de una enfermedad. Suele ser Alzhéimer, y genera una gran dependencia.

-¿Cómo cambia la vida a las familias de estas personas?

-Cambia totalmente, la demencia altera la memoria, la capacidad de relacionarse, las emociones... Las familias dicen que "ya no es el que era". También se va generando alteración física, ya medida que avanza se es más dependiente, la persona llegará a no poder hacer las tareas básicas. Acabará necesitando ayuda profesional, pero también hay una dimensión de lo relacional, lo social, lo espiritual. En las fases iniciales, en la medida que conoces lo que te está pasando, hay que afrontarlo, con sufrimiento, pero hay que aceptar esta realidad.

-Ese es el momento del diagnóstico.

-Hay aquí una dimensión ética importante, lo normal, salvo que el paciente no quiera, es comunicarle lo que le ocurre. A partir de aquí, lo ideal sería elaborar planes anticipados: cómo vivir tu enfermedad.

-Es importante entonces hablar con la familia, con los amigos.

-Sí. Decir qué tratamientos quieres y cuáles no, qué merece la pena, si quieres estar en casa... Eso debe trabajarse en las fases iniciales.

-¿Y cuando la enfermedad avanza?

-En no pocos casos habrá trastornos de conducta. Es un escenario amenazante, al principio es el olvido, pero luego ya es el comportamiento, los delirios, cambios de carácter.

-¿Existen protocolos claros al respecto?

-Sí, pero lo que hay son pocos recursos. El cuidado de las personas institucionalizadas es costoso, y lo realizan fundamentalmente mujeres. Sigue siendo así, es una barbaridad. Aquí también hay que impulsar un equilibrio. Las personas, varones y mujeres, tenemos que incorporar el cuidado como una tarea fundamental. Cuidar, hacerte cargo de los demás, es algo esencial en la vida, también en la vejez.

-Y de nuevo, este sector de la población crece.

-Las ciudades y los pueblos se van a ir llenando de personas con un nivel de dependencia muy alto. Las estructuras familiares son cada vez más cortas, hay cada vez más movilidad laboral, y vivimos en las condiciones sociales en las que vivimos... Como sociedad tenemos una obligación respecto a nuestros ciudadanos.

-¿Cómo se lleva a cabo esta obligación?

-Es ejercer la vecindad. Tenemos que ir un modelo de ciudades y pueblos cuidadores. Donde el cuidado se convierta en una misión común: la calle, los jardines, el entorno, y también a las personas que viven ahí.

-Sin embargo, parece que no se avanza en esa dirección. Hace unos días hallaron en Mieres a una mujer que llevaba muerta semanas en su casa...

-Esta es una realidad. La soledad no deseada es uno de los grandes retos. Son elementos sencillos: sin ascensor no bajas a la calle. Y en la calle debe haber plazas, bancos, espacios de convivencia. Los centros comerciales no pueden ser los espacios donde las personas socialicemos. Necesitamos un urbanismo de plazas, de encuentros, de convivencia. Si no, todo son espacios de consumo. La ciudad no puede ser solo un espacio de consumo, necesitamos otras muchas cosas para vivir, como las relaciones.

-¿Esconde la sociedad a la gente mayor?

-Sí, considera que la vejez es fea. Es alucinante como cada día queremos esconder nuestra edad. Todo lo bueno es joven, y todo lo malo, viejo y caduco. Viejo viene de "vetulus", que eran los soldados que habían sobrevivido a las guerras, y a los que reconocía su capacidad e inteligencia. Enseñaban a los nuevos, ofrecían su experiencia. A mi me parece que los ancianos, los viejos, son un bien social, no son una carga ni un problema. Son quienes construyeron el mundo que heredamos. Y nuestra generación ha tenido una gran herencia: sin ellos, sin su trabajo, entrega y sus impuestos, no hubiéramos podido estudiar. Soy de la primera generación de gente sencilla que accedió a los estudios superiores y una vida de gran calidad. Y esto lo han hecho los mayores.

-A principios de mes falleció Maribel Tellaetxe. Quería morir antes de que el Alzhéimer hiciese que no pudiese conocer a su familia, pero no fue así. ¿Hay que ponerse de una vez con el debate de la eutanasia?

-Quien hace una petición así lo hace desde un enorme sufrimiento. Antes de cualquier debate jurídico o legal, hay que empatizar con esa persona, con esa familia. La eutanasia es un asunto de alta intensidad y baja frecuencia.

-¿A qué se refiere?

-El debate de la eutanasia es así. Los problemas mayoritarios suelen ser al revés, de baja intensidad y altísima frecuencia. En el final de la vida hay problemas muy frecuentes, pero que apenas llegan al debate público. Puede ser el encarnizamiento terapéutico, es decir, prolongar tratamientos indebidamente. También la soledad de las personas en el final de la vida, la adecuación de los tratamientos... todo ello está ahí, y también debe tener su espacio. El debate sobre la eutanasia en algún momento va a tener que producirse. Todos queremos una buena muerte. Sin poner en contraposición eutanasia y cuidados paliativos, creo que lo que deberíamos ofrecer es unos cuidados paliativos de calidad, como un derecho humano básico.

-¿Cuánta gente sigue muriendo con dolor en España?

-De las aproximadamente 225.000 personas que deberían recibir cuidados paliativos, todavía unas 50.000 mueren cada año con dolor. Entiendo que alguien quiera anticipar su final si piensa que va a ser doloroso, con cuidados inadecuados. Si todos estuviésemos bien cuidados, con soporte emocional, con los síntomas de la enfermedad controlados, con relaciones sociales, seguramente minimizaríamos estos casos. Y se darían condiciones para tener un debate sereno. Antes incluso de ese debate, hay que garantizar estos derechos, para que el debate de la eutanasia no esté desenfocado.

-Por su palabras, documentos como el testamento vital existente en Asturias y otras comunidades resulta importante.

-No conozco datos, pero seguramente casi nadie lo tiene. Y es algo significativo, porque la muerte está presente todos los días. Ves el telediario, y ahí está. Pero de nuestra muerte no queremos saber nada. Pero es parte de la vida, y debe ser cuidada con mimo y con esmero. Nos merecemos, como decía mi abuela, morir con elegancia. Hay que pensar qué es lo que se quiere, con asesoramiento competente, con personas que te ayuden a discernir. Y llegado el momento, se aplicará lo que deseaste en el arte del cuidado. Hay que facilitar la despedida de esa persona con dignidad. Cerrar la vida desde los valores desde los que se ha vivido, de forma coherente.

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