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El argayo que aísla Nieves

El pueblo de Caso, con cuarenta vecinos, sufre el corte parcial de la carretera, que impide el transporte escolar y el comercio ambulante, con el riesgo de que "un día todo se venga abajo"

La entrada del pueblo de Nieves, en Caso. L. M. D.

"La verdad es que está muy peligroso. Pasamos nosotros, los del pueblo, pero poco más". Esta frase de Carlos Fonseca, vecino de Nieves, resume la situación en la que se encuentra la carretera de acceso a este pueblo de Caso, que cuenta con unos cuarenta habitantes (censados). Desde hace dos meses, con el temporal de lluvia, un argayo prácticamente dejó sin acceso a la localidad. Los coches pueden pasar "por su cuenta y riesgo", bien pegados al lado contrario de la carretera, que poco a poco sigue cayendo. Cualquier día, además, temen que se acabe por desplomar definitivamente, lo que dejaría al pueblo ya incomunicado por completo. "En cuanto vuelva a llover, veremos si no quedamos encerrados", comentan los vecinos.

En la entrada del pueblo, Carlos Fonseca charla con otro casín, Miguel Ángel Capellín, vecino de Caleao. "Seguimos pasando, pero la verdad es que está peligroso", afirman. Para Fonseca, además, ha supuesto que, desde enero, tenga que llevar a su hijo de 8 años hasta el pueblo de Bueres para que el taxi lo recoja para trasladarlo al colegio "El Truébanu" de Campo de Caso. "Antes llegaba hasta aquí, hasta Nieves. Pero ahora no puede hacerlo llevando a más niños". La Consejería de Educación ha pasado a pagarle a la familia el tramo del trayecto que deben realizar por su cuenta, a unos 20 céntimos el kilómetro. Son dos kilómetros cada día, uno de ida a Bueres, otro de vuelta. No es distancia, pero "la cuestión es que la carretera está peligrosa", lamentan ambos vecinos. "Llama la atención", añaden, que "llevamos dos meses enteros así, y hay más gente perjudicada. No sé de quién es la culpa, pero tenemos que quejarnos, para que lo arreglen cuanto antes".

El alcalde casín, Miguel Fernández, afirmó esta semana que está llamando a "todas las puertas" para lograr financiación para arreglar los desperfectos del temporal, pero que "todo son excusas". En el desprendimiento de Nieves hay un presupuesto de 137.534 euros en total: 12.750 serían para un documento técnico, una "campaña geotécnica para el estudio del argayo". La obra de reparación propiamente dicha serían otros 100.946 euros, con 23.876 euros más de IVA.

"Mucho dinero me parece, es buena obra, pero no sé si tanto", apunta Belarmino Alonso. A él se une Isabel Fernández. Las molestias por culpa del peligroso trayecto que tienen que realizar son constantes. Los treinta metros que argayaron amenazan por venirse abajo del todo. Ambos destacan que los vendedores ambulantes, a excepción de uno, dejaron de llegar al pueblo. "Ya no se acercan ni el carnicero, ni la fruta... no pueden pasar por la carretera", explican. Esto hace que los vecinos tengan que usarla más todavía para ir a "recaos", a Bueres, a la capital, El Campu, o más abajo todavía, a Pola de Laviana, a El Entrego, según las necesidades. "Estamos pasando por ella con riesgo, claro", continúa Alonso, que apunta que otros grandes perjudicados son "los ganaderos". Los camiones que traen fardos de hierba para las vacas es imposible que entren, tampoco los propios transportes para el ganado. "Tienen que estar notándolo bastante, debe estar dándoles mucho trabajo".

Ya en la zona alta del pueblo, José García y su mujer, Mari Carmen Diego charlan animadamante con otras dos personas.

-¿Puedo preguntar de qué están hablando?

-Sí no te preocupes. De la carretera, de como nos tienen aquí olvidados.

La sensación de "abandono" es generalizada entre los vecinos del pueblo. "Tenemos temor a quedar incomunicados, más todavía", afirman. "Un poco de agua y de mal tiempo, y así quedaremos", explica García. "El problema", consideran, "es el dinero. Seguro que si lo pudiera hacer una empresa local costaría menos del presupuesto que dieron".

También hay quien es escéptico. Laura Barrial apunta que "estaremos sin ninguna solución hasta las elecciones. Hasta que no se acerquen un poco más y se interesen por los votos, pues nada".

Un bocinazo se escucha en la plaza del pueblo. Es precisamente el único vendedor que todavía pasa por el argayo.

-¡Vete a hablar con él, que seguro que te cuenta algo!

Sí que lo hace. Miguel García es el vendedor de la empresa Congelados Juanmi, y suele recorrerse todo el concejo de Caso. "La verdad es que hay que pasar con bastante cuidado, y más con una furgoneta", explica. "Está estrecho y cualquier día caerá". Este año, en el alto Nalón, el problema de los desprendimientos "está siendo exagerado, muchísimos". Sigue llegando hasta Nieves para "intentar mantener la clientela". Una vez que se marcha, deja su última reflexión: "Los pueblos están de pena. Cada vez están más abandonados. Hay que hacer algo".

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