David Moreira es trabajador de subcontratas desde hace ya dieciséis años. En las movilizaciones de 2012 un volador le produjo quemaduras de segundo grado en una mano. Esquivó la muerte, sólo unos meses después, en el accidente más grave de la historia reciente de la minería: estaba en el turno de los seis mineros que murieron en el pozo Aurelio del Valle (Santa Lucía de Gordón, en León).

Es uno de los doscientos empleados de empresas auxiliares de Hunosa, y dice sentirse "abandonado" por los sindicatos.

David Moreira fue uno de los cinco mineros que se encerraron en febrero en el pozo Santiago (Aller). Por primera vez, un encierro terminó sin que los trabajadores consiguieran nada y sin que la plantilla de Hunosa dejara de trabajar. "Les apuntaban el jornal por estar un par de horas en la casa de baños", afirma, sin ocultarse. A la salida les esperaba un castigo "ejemplarizante": cuarenta y cinco días de suspensión de empleo y sueldo.

"El SOMA nos negó y no contaron con nosotros para nada en la negociación", resume. Puede conocer su historia aquí.