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Adiós al guardián de la llingua

Escritores y asturianistas destacan el "irreemplazable" trabajo de Julián Burgos, cuyo funeral tendrá lugar hoy en Mieres

El escritor Julián Burgos.

Adiós a un hombre que salvó a la llingua del olvido. Adiós a Julián Burgos, ilustre investigador y escritor en asturiano que falleció el pasado viernes. Cercano, amable y entregado para los que lo escucharon como persona. Referencia "irreemplazable" para los que lo estudiaron como autor. La iglesia de San Juan Bautista de Mieres acogerá hoy, a las cinco de la tarde, el funeral por su eterno descanso.

Julián Burgos, tío del historiador Ernesto Burgos -colaborador de este diario-, dijo adiós a la vida con 93 años incansables. "No hace mucho estuvimos Ana Cano (expresidenta de la Academia de la Llingua) y yo en su despacho de Mieres. Conocimos su inmensa obra, que guardaba bien ordenada de una forma sistemática y cuidada, como era él", aseguró Xosé Antón González Riaño, presidente de la Academia de la Llingua. Ya entonces decidieron proponer todas sus publicaciones -más de 6.000 sólo en monólogos en asturiano- para una tesis doctoral de la Universidad de Oviedo. Mantienen la propuesta y pedirán al Ayuntamiento de Mieres, a través del Conceyu, que una calle o unas instalaciones culturales del municipio lleven su nombre: "Porque lo merece, porque lo dio todo por Asturias y por Mieres".

Relojero de profesión y adelantado a su tiempo. Dice el presidente de la Academia de la Llingua que su obra "enlaza con la tradición del siglo XIX, algo muy difícil de encontrar ahora". Y otro detalle más llamativo: sus publicaciones están escritas en un léxico y con una gramática casi exacta a la que se fijó con la normalización, aunque fueron creados con anterioridad (la normalización llingüística data de los años ochenta). Es por eso que pronto se convirtió en un referente: "Recuerdo cuando estábamos organizando algún acto en Mieres en nuestra época de Conceyu Bable, hablo de los años 74 y 75, siempre pensábamos en qué pensaría Julián Burgos y en cómo podíamos conectar con él. Él era y es un referente".

Hombre de anécdotas. De contarlas por su carácter afable y de protagonizarlas por su entrega. Esperanza del Fueyo, presidenta de la Sociedad Los Humanitarios de San Martín, quedó impresionada con su pregón para la fiesta a principios de los años 70 del pasado siglo. "Yo entonces era una 'guajeta', pero lo mucho que me gustó no estaba relacionado con una idolatría hacia aquel hombre, que fue un gran humanista y asturianista de verdad. Cuando pude conocerlo, descubrí a una persona cercana, entregada y que era un referente desde todos los ámbitos culturales relacionados con la tradición asturiana", aseguró.

Maestro para muchos. El autor asturiano Ánxel Álvarez Llano, de Boo (Aller), recordó con una sonrisa la última vez que coincidió con Julián Burgos. Fue en un homenaje organizado por "Camín de Mieres", en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas, en Mieres: "Era una persona siempre atenta a todo lo relacionado con la llingua, siempre estaba dispuesto para trabajar por la tradición", señaló.

Creía en lo que hacía, una forma de vida que escasea. Hace una semana, Julián Burgos subió al escenario del teatro Filarmónica como homenajeado en la presente edición del Concurso y Muestra de Folclore "Ciudad de Oviedo", que organizan el Ayuntamiento y LA NUEVA ESPAÑA. Fue su última aparición pública, y regaló una anécdota inolvidable: hace ya décadas, explicó al público, analizó el "Padre nuestro" y comprobó "que estaba lleno de gazapos". Corrigió la oración, y envió su versión al Papa Pablo VI. El Santo Padre, para sorpresa de Burgos, le respondió que su texto revisado se incorporaría al archivo del Vaticano.

Así era él. Un hombre que, de pura entrega, siempre dejaba huella.

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