El rescate del pequeño Julen, el niño de dos años que falleció tras caer a un pozo en Totalán (Málaga), puso nombre a 107 años de trabajo casi anónimo de la Brigada Minera de Asturias (ahora dependiente de Hunosa). Ellos, ocho miembros de la Brigada, fueron los que llegaron hasta el pequeño. Las redes se llenaron de imágenes de mineros llevando en brazos a un ángel. Ocuparon miles de "tuits" de agradecimiento.

Tres meses después de la intervención, han hecho la primera valoración técnica en público. El jefe de la brigada de Salvamento, Sergio Tuñón, afirmó ayer que "técnicamente no fue el escenario más difícil que hemos encontrado". Pero fue complicado de otra forma. Había muchos equipos bajo una misma coordinación y, cuando ellos llegaron, el plan de rescate ya estaba trazado: "Era más minero que de rescate", aseguró. "Nos adaptamos a la solución que había, pero aplicando el reglamento minero", añadió. Una "biblia roja" (por el color del libro) que los acompaña siempre.

El jefe de la Brigada de Salvamento ofreció ayer una charla para los alumnos de la Escuela Politécnica de Mieres (EPM). La directora, Asun Cámara, alabó la historia y experiencia de este cuerpo de emergencias. Una labor callada, que nunca había llamado la atención nacional hasta enero.

En el pasado, con el peso del sector extractivo, la mayoría de las actuaciones tenían lugar en la mina. El desarrollo de otras instalaciones subterráneas ha hecho que su experiencia se requiera en otros sectores. Entre las intervenciones más llamativas enumeró el rescate de un trabajador en una mina de Cerredo, que falleció sepultado por toneladas de tierra sobre el camión que conducía. También un trabajo para asegurar la planta de reciclaje de Cogersa y un incendio de antracita en una mina de Narcea.

Las declaraciones sobre la intervención de Totalán llegaron con las preguntas de los asistentes. La primera, formulada por LA NUEVA ESPAÑA, fue si el rescate de Julen había tenido alguna peculiaridad técnica. "No fue el peor de los escenarios técnico para nosotros, mineramente no representó una complicación excesiva", señaló. Pidieron cambios, afirmó Tuñón, pero sólo para adaptarse a la ley y al reglamento minero. "Hubo quien dijo que nuestras especificaciones técnicas... a lo que yo respondí que las especificaciones técnicas las tienen una lavadora o un iPod. Nosotros tenemos leyes y legislación que estipula cómo tenemos que funcionar".

Los cambios de la Brigada de Salvamento aseguraron el proyecto. Incluyeron la instalación de un ventilador soplante en el exterior. "Porque el reglamento te dice que, cuando haces un trabajo de perforación y de voladura, la ventilación es soplante. No fue un capricho". También pidieron humectar la zona tras las voladuras, entre otras cuestiones. "La brigada se adapta a lo que hay en una obra, pero siempre con esa 'biblia' (en referencia al reglamento minero)", reiteró.

"¿Por qué siendo una obra eminentemente minera, dirigió el proyecto un Ingeniero de Caminos?", preguntó otro asistente. "Creo que la minería, sobre todo en zonas no mineras, arrastra un mantra de sucesos negativos", afirmó Tuñón. Y, en este punto, matizó que "el sector se ha redimido de muchos errores y de muchos desconocimientos". Les avala una experiencia casi única. Colaboran con bomberos de Italia e Israel, han respondido a llamadas de todo el mundo. Un dato a colación que sorprendió al público: nunca les han requerido, al menos no de forma continuada, en la planificación de la seguridad en los túneles de la Variante de Pajares.