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Los valles mineros volatilizan empleos

El número de autónomos se sitúa en niveles por encima de la media regional, con un 30,4 por ciento de afiliados frente al 20,4 por ciento del Principado | Los diez municipios destruyen puestos laborales a un ritmo que multiplica por tres la pérdida de trabajadores en el resto de Asturias

Las Cuencas pierden población activa y empleo a un ritmo que es casi tres veces superior al del resto de Asturias. Y lo hace en un periodo, la última década, en el que su población ha descendido en casi 20.000 habitantes. Al mismo tiempo que hay menos vecinos, menos trabajadores residentes y menos empleos en los concejos mineros, el paro se mantiene en cifras muy similares a las del año 2009, cuando la crisis acabó por reventar completamente. A día de hoy, según las estadísticas oficiales, hay en los diez concejos del Nalón y del Caudal 11.664 desempleados: en marzo de 2009 eran 11.968. Un pequeño consuelo: lejos quedan los más de 16.000 parados que llegó a haber en 2012, en lo más hondo de la recesión. La recuperación, eso sí, parece no llegar a las Cuencas.

Durante esta década, las comunicaciones de las comarcas mineras han seguido mejorando, si bien es cierto que las inversiones estatales en forma de fondos mineros prácticamente llegaron a desaparecer: desde 2011 no hay ni un euro, pese a lo mucho que se habla de ellas. Está claro además que las cantidades invertidas anteriormente no surtieron efecto, al menos en materia de empleo. Sí de infraestructuras y servicios, y también en la mejora ambiental de los valles mineros. Tras los miles de millones invertidos a principios de siglo para consolidar las Cuencas como un lugar "para vivir y trabajar", como reza un lema sindical, lo cierto es que los resultados no llegan. Puede incluso afirmarse que las comarcas mineras son la "punta de lanza" de Asturias: todos los problemas que sufre la región en forma de progresiva despoblación, envejecimiento y pérdida paulatina de peso del tejido industrial empezaron antes en las Cuencas, y ahora siguen produciéndose de forma aún más acentuada, que en el cómputo global de la región. Y eso teniendo en cuenta que, por ejemplo, el Principado es la única comunidad autónoma española en la que se perdió empleo durante el año pasado.

Los números no engañan, y tal y como recuerdan sindicatos y sociólogos, detrás de cada cifra hay "una persona". Y son muchos los vecinos de las Cuencas que no tienen un empleo. El análisis del mercado laboral de la comarca , de su estado de salud, puede hacerse desde múltiples puntos de vista. En todos ellos parece estar enfermo. Los diez concejos de las Cuencas suman 11.664 parados, número similar a los 11.968 (con tendencia al alta, eso sí) que había en 2009. Un desempleo que las centrales calificaban esta semana de "crónico", ya que a nivel regional más de la mitad de los desempleados llevan más de un año buscando trabajo sin conseguirlo.

Otro punto de vista para chequear el mercado laboral: el número de empleos generados en cada concejo. Se incluyen desde funcionarios hasta trabajadores industriales o del sector servicios. Los últimos datos disponibles (de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales, Sadei) son del cierre del 2017. Entonces, en las Cuencas se generaban 33.658 puestos de trabajo. En 2009 eran 39.409, un descenso del 14,6 por ciento. En Asturias, este decrecimiento en el mismo periodo fue del 5,8 por ciento.

Una tercera forma de conocer la salud del empleo en la comarca es la de analizar el número de vecinos afiliados a la seguridad social, es decir, que trabajan de forma "legal", sin estar en la economía sumergida. En total, hay 23.982 vecinos cotizando en la seguridad social, cuando hace una década eran 28.284. El retroceso en el número de cotizantes, 4.302 menos, supone una pérdida del 15,2 por ciento. En Asturias se pasó de 383.485 cotizantes en 2009 a 363.172 diez años después, 20.313 puestos de trabajo menos. La caida es del 5,3 por ciento. De esta forma, el número de cotizantes en las Cuencas cayó a un ritmo el triple de rápido (15,2% frente a 5,3) que en Asturias.

Uno de los sectores que menos flaquea y que se mantiene es el de los autónomos: muchos trabajadores se aferraron a esta posiblidad al inicio de la crisis, se produjo un aumento, y luego un retroceso en su número. Ahora se ha estabilizado. Hay en las Cuencas 7.292 profesionales autónomos, por los 7.540 que había en 2009. Frente al tópico de que los vecinos de las Cuencas son poco emprendedores, datos: del total de personas afiliadas a la seguridad social en la comarca, el 30,4 por ciento son autónomos, cuando en Asturias suponen el 20,43. Con todo, la tasa de actividad en la comarca, debido al envejecimiento de la población, el alto nivel de paro y la emigración de los más jóvenes es muy baja. Los sindicatos llevan años advirtiendo de que la dependencia de las pensiones y las prejubilaciones en la comarca es "preocupante".

De los datos también se desprende que el número de empleos generados en las Cuencas es muy superior a su número de cotizantes (33.658 frente a 23.982). De este modo, mucha gente que trabaja en los concejos carboneros no residen en ellos. El empleo se está destruyendo, sí, pero no puede ser entonces el único factor que explique el desplome demográfico de las Cuencas. El geógrafo de la Universidad de Oviedo, Aladino Fernández, apunta también en otra dirección: la escasez de espacios residenciales de calidad. Se gastó mucho dinero en la urbanización de nuevos polígonos industriales, en gran parte todavía vacíos, para paliar de esta forma la pérdida de puestos de trabajo de la minería del carbón. Sin embargo, no se invirtió tanto en dotar a los concejos de zonas residenciales "de primera", con entornos envidiables.

El resultado de la ecuación menos empleo, escasez de áreas habitables de primera categoría y mejores comunicaciones (para el vehículo privado, que no en transporte público) es la bajada de la población, imparable desde hace décadas, pero más acusada en los últimos años. Al igual que en el resto de los parámetros, las Cuencas van por delante de Asturias. En lo que va de siglo, la región perdió 48.323 habitantes. En ese periodo, las comarcas mineras perdieron 35.130 vecinos. Esto supone el 72,7% de toda la reducción de habitantes en la región. El declive demográfico, que alarma en la región, es cinco veces más rápido en las áreas mineras. Esas 35.130 personas menos suponen una reducción del 21,75 por ciento de la población, mientras que en la región la rebaja es del 4,5%.

Actualmente, los diez municipios mineros suman 136.611 vecinos. Para intentar paliar la sangría, el Gobierno tiene previsto recuperar los fondos mineros, con proyectos de todo tipo para fomentar la generación de empleo, principalmente. Aladino Fernández aboga precisamente por dejar de impulsar polígonos y ofrecer zonas residenciales "de calidad". E invita a eliminar prejuicios, como el de la ciudad dormitorio, ya que allí donde se logra que viva la gente, siempre se genera tejido económico.

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