La vida de la pequeña Naiara del Toro fue corta, solo diez años, pero "deja un vacío en su familia, en la escuela, en su pueblo de Ciaño". Así lo expresó ayer, durante el funeral, el párroco, Luis Fernández. Cientos de personas acudieron a dar su último adiós a la pequeña langreana, fallecida el lunes en el HUCA a causa de una infección que impidió que pudiese iniciar el proceso de trasplante de médula, tras ser diagnosticada hace un mes de leucemia.

Tras conocerse el diagnóstico, se puso en marcha una campaña de donación de médula en la comarca. Sin embargo, la delicada salud de la niña no permitió a la niña tener una nueva oportunidad en la vida. En el funeral había muchos vecinos de Ciaño, para los cuales Naiara era "una nena querida por todos". También muchos niños, amigos y compañeros del colegio Plácido Beltrán. "Guardad el recuerdo de vuestra hija, permaneced unidos en el amor que os dio", subrayaba el párroco. El dolor de la familia de la pequeña Naiara era ayer el dolor de todo un pueblo.