Lirisi Silverio dice que se ha dejado todo su empeño e ilusión en su bar de Mieres. Gastó su dinero en el traspaso, se dejó las manos en dejarlo a su gusto. Ahora sabe que el local no tenía licencia de apertura, y denuncia que en el Ayuntamiento no la avisaron. Además, ha acumulado varias denuncias porque "hay un vecino que quiere que cierre a toda costa". En unos días, tendrá que poner el candado a la puerta. Pide a los responsables municipales que valoren su situación: "Me quedo en la calle con un hijo al que criar, y una empleada a la que tendré que despedir".

La hostelera explica que, al poco de abrir, empezaron a surgir problemas "como de la nada". Una noche, a las 1.35 horas, se presentó un Policía Local en su establecimiento: "Yo estaba fregando, me dijo que ya no podía estar abierto el bar". La licencia de apertura del establecimiento, efectivamente, dicta que la actividad debe de cesar a las 1.30 horas. Pero, matiza Lirisi Silverio, "dice que tiene que estar cerrado, y el bar lo estaba. Lo que yo estaba haciendo era fregar y ordenar las cosas para el día siguiente". "Eso está permitido, se mire por donde se mire", insiste.

La situación se repitió, según su versión, otras tres veces. "La Policía Local siempre llegaba a la misma hora. Estoy segura de que un vecino daba el aviso, denunciando que hacía ruido pero es mentira", afirma. De hecho, en su cafetería "no hay música ni alborotos, no hay nada que pueda perturbar la calma de los vecinos. Solo es un bar tranquilo que he abierto con toda la ilusión posible".

La última denuncia, la que pone en jaque la continuidad del negocio, se cursó el miércoles. "Un policía de la local vino y me dijo que mi terraza no estaba legal", lamenta la hostelera, angustiada. Asegura con rotundidad que ella paga la licencia de terrazas al Ayuntamiento, 297 euros. El agente insistió en que las sillas y las mesas no guardaban la distancia de seguridad con la fachada: "Si es por eso, ninguna de las terrazas de Mieres cumple con la normativa".

Le dan diez días para bajar la persiana de su cafetería. "Lo que peor me parece es que, si no había una licencia de apertura, no me avisaran cuando hice el cambio de titularidad. Ahora me veo en la calle", reitera en un lamento.