Lo que quedará para siempre de Francisco Iván Cabo López, "Pine", será su sonrisa y la honestidad que nunca ahorró en vida. "Siempre podías contar con él; era único, auténtico", decían ayer sus amigos y familiares en el tanatorio de Los Arenales (Oviedo). La sala número 7 se llenó desde primera hora de la mañana para despedirlo. Iván, de 46 años y con dos hijos (Iván y Zaira), falleció en un accidente de quad en la tarde del viernes. Cayó por un terraplén "tremendo", por razones que se desconocen -los resultados de la autopsia aún no están listos-, cuando circulaba por una pista forestal próxima a Villameri (Riosa).

La montaña, saberse libre y respirar profundo. Eso era lo que movía de verdad a Iván Cabo. Senderismo, escalada, espeleología... "Era su pasión", aseguraron sus amigos. El quad fue una afición más tardía, pero era un piloto con experiencia: "Lo conducía con frecuencia, no sabemos qué pudo pasar".

No hay testigos oculares del accidente. Iván Cabo estaba haciendo la ruta con un amigo, pero lo adelantó unos momentos antes del suceso. Fue él quien llamó al 112 cuando se percató de que Iván había caído. El Centro de Coordinación de Emergencias movilizó hasta el lugar a efectivos del cuerpo de Bomberos de Emergencias de Asturias (SEPA) y al equipo de la UVI-Móvil. Le practicaron maniobras de reanimación, pero nada se pudo hacer por su vida. Los bomberos portearon a Iván Cabo durante un kilómetro, hasta el acceso rodado.

Y luego el silencio, que ensordecía Riosa. Las redes sociales estallaron en despedidas: "Día negro en Riosa, un abrazo a toda su familia y mi apoyo en estos durísimos momentos", escribió la alcaldesa, Ana Díaz. Y el adiós de su amigo Marcos: "Generoso, fuerte a pesar de las vicisitudes, gran amante de las montañas. Este otoño íbamos a hacer sidra que ya nunca haré. Allá donde estés amigo, un abrazo de hermano".

Deja unos amigos rotos, que ayer aun hablaban en presente de él. Y una familia para la que no hay consuelo. Iván Cabo, con dos hijos, tenía pareja, con la que vivía en Villameri. Estaba jubilado por enfermedad, le gustaba dedicar tiempo a su familia y adoraba a los animales. Hoy será la celebración de la palabra, en la capilla de Los Arenales, a las 13 horas. Familiares, amigos y vecinos le dirán adiós. "No el último adiós, eso no, porque estará siempre con nosotros. Él es inolvidable".