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FRANCISCO JAVIER COBOS | Director de desarrollo de energía de Imasa

"Asturias es una excepción energética, no tiene sol y requiere un trato singular"

Francisco Javier Cobos. MIKI LÓPEZ

El campus de Mieres acoge mañana una jornada dedicada al aprovechamiento de la biomasa como recurso energético. Intervendrá, entre otros, Francisco Javier Cobos, director de desarrollo de energía de Imasa. La empresa ha desarrollado una tecnología propia de ciclo higroscópico que permite reducir el impacto ecológico y mejorar la eficiencia de las térmicas que se abasten a través de las renovables. El encuentro pretende poner el foco en la posibilidad que tiene Asturias de aprovechar el potencial de biomasa. La región tiene, según los expertos, 250.000 hectáreas de monte que podrían ser rentabilizadas energéticamente. Francisco Javier Cobos recalca que el Principado se encuentra actualmente en una encrucijada.

- ¿Qué hace falta para hacer despegar el aprovechamiento de la biomasa en Asturias?

-Lo primero debe ser abrir un debate sobre el aprovechamiento del monte asturiano y valorar qué cultivos energéticos se pueden hacer. La política forestal debe evitar que se dañe el bosque y que la materia que se pueda traer de fuera llegue con la acreditación adecuada.

- Pensaba que lo primero sería hablar de la subasta estatal de las licencias para la explotación de esta energía...

-Sí, eso es esencial. Se debe evitar que Asturias se vea perjudicada, como sucedió en 2016, lo que supuso que no saliera adelante el proyecto que Hunosa había planteado para Reicastro (Mieres).

- ¿Cómo se debe evitar ese perjuicio del que habla?

-Es muy sencillo. Lo primero que hay que hacer es separar tecnologías. La biomasa no tiene nada que ver con la fotovoltaica, por poner un ejemplo. Otro aspecto es apoyarnos en el mapa de la red eléctrica. Cada tecnología y energía renovable debe encuadrarse en un zona del país. También hay que demandar primas.

- ¿Hablamos de un marco especial de incentivos para la región?

-Algo así. La política energética está demasiado centralizada en Madrid y es necesario hacer un llamamiento para que se amplíe la mirada. En España hay sol y también mucho viento, pero Asturias es una especie de excepción por sus características. Por ello requiere de un tratamiento singular. Nos estamos quedando descolgados. Nuestros recursos son el agua y la biomasa y sobre estas dos líneas de actuación hay que apoyar una transición energética que tal vez no guste del todo a los ecologistas.

- ¿Qué necesita Asturias más en concreto?

-Necesita un mix energético muy particular y el gobierno tienen que entenderlo. Necesitamos una subasta energética orientada al marco cantábrico, que es una zona con mucho menos sol que el resto de España.

- ¿Cómo se podría dar cabida a esta singularidad?

-La actividad ligada a la biomasa forestal realiza un trabajo que no asumen otras renovables, como es la limpieza y mantenimiento de los bosques. Esto es algo que se tienen muy claro en Europa, pero que en España no se valora. Sin estas primas justas, el sector privado ve más complicado el negocio. Hay que dar un marco de seguridad a los inversores. Aquí necesitamos un apolítica mixta entre Galicia y Castilla y León. Nuestros montes son más abruptos, pero eso tecnológicamente es perfectamente salvable. Si se ha conseguido en Austria se conseguirá aquí. Lo esencial es hacer las políticas correctas en el marco parcelario. Se necesita monte mancomunado. No tenemos tanto eucalipto como Galicia, pero podemos buscar cultivos adecuados que puedan favorecer nuestros montes, como el abeto o el pino. Pero insisto en que sin un marco de primas, el inversor privado puede ser reacio.

- ¿De qué potencial energético estamos prescindiendo con la biomasa?

-Hay que partir del concepto de que hay que distinguir dos tipos de proyectos. Por un lado están las iniciativas más ecosostenibles, realmente verdes, y que darían coberturas a centrales relativamente pequeñas, de no más de 50 megavatios. Luego podemos hablar de las grandes centrales térmicas, de 300 megavatios. Aquí el papel de la biomasa está más sujeto a debate.

- ¿Hacia donde debe caminar la región?

-El gran valor de la biomasa dentro del campo energético es que mantienen la tensión de red. En eso aporta una gran ventaja en relación a otras fuentes renovables, como la fotovoltaica o la eólica, que son mucho más inestables, con bajones de suministro. En Andalucía, por poner un ejemplo, tienen mucho potencial solar, pero también trabajan muy bien la biomasa, ya que la necesitan para mantener la tensión de red. En el caso de impulsar una gran central, Asturias necesitaría con toda seguridad abastecerse fuera y recibir grandes barcos con cargamentos . Si lo miras desde el ámbito del empleo, el balance sería muy positivo, pero es cierto que se necesitaría un esfuerzo legislativo para controlar todo el material que entre desde fuera del país. Te puede llegar un cargamento de un selva concreta y que genere dudas .

- ¿Entonces ve más viable una amplia red de centrales más pequeñas?

-La ideal sería contar con una veintena de plantas con potencial para la cobertura local y repartidas por la región. Ahora bien, Asturias tiene una gran industria y también sería viable contar con una gran central de biomasa, como la de Aboño, dentro de un gran proyecto electrointensivo. Pero para eso volvemos al problema del control del combustible que tendríamos que traer de fuera. Para convivir con el medio natural y el turismo lo adecuado sería una red de pequeñas plantas estratégicamente repartidas. Lo que necesitamos es una planta que tire del carro y si la hacemos muy grande los obstáculos a sortear serán mayores. Hay que ser sensatos.

- ¿Qué empleo puede generar una planta térmica abastecida con biomasa?

-Una planta de 50 megavatios, con una plantilla trabajando a tres turno puede alcanzar una plantilla de 40 o 50 trabajadores. Pero luego tienen una muy positiva similitud con las explotaciones de carbón. Se genera mucho empleo en el ámbito de transporte. Además, la madera hay que tratarla. Igualmente, la gente tienen que comer y, por tanto, es necesario un sector servicios. En resumen, con subcontratas, compra de bienes y de equipos, y demás ámbitos de actividad, una planta de 50 megavatios puede generar una bolsa de 500 empleos. Además hay que tener en cuenta que se trata de un trabajo mucho más bonito y menos duro que la minería.

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