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El Mieres que retrató Alonso

Las hijas del popular fotógrafo fallecido en 1975 y José R. Viejo recopilan en un libro nostálgicas instantáneas de los años de eclosión de la ciudad

El viejo tren del Vasco

Decía Robert Capa que si tus fotografías no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca. José Manuel Pérez Alonso (1919-1975), conocido por todos por su segundo apellido, se acercó de manera tan íntima y emocional que el objetivo de sus cámaras acabó envolviendo el devenir del bullicioso Mieres durante su apogeo industrial. Entre los años 40 y 70 fue el notario visual del imparable y en ocasiones improvisado crecimiento de la ciudad. Eran tiempos de bodas y bautizos, de expansión urbana, de fiestas y espectáculos. Pura efervescencia. También la movilización social se agitaba cada vez con más fuerza. De estos tiempos fue testigo Alonso. Cuando Mieres, a finales de los 70, empezaba su declive, una rápida enfermedad se llevó al fotógrafo más popular que haya tenido el municipio.

Ana y Eli Pérez, hijas de Alonso, y el fotógrafo José Ramón Viejo han recopilado 300 fotos del Mieres que inmortalizó el pionero artesano. Y es que las imagines resurgen de un tiempo inmóvil, en blanco y negro, que gracias a la pericia de este retratista parecen recobrar la vida en un documento que ha generado gran expectación.

"Las imagines de este libro creo que transmiten, palpitan, esa realidad, ese contraste, que con su cámara Leica supo captar y transmitir el maestro. Su trabajo queda como legado y testimonio de su ojo privilegiado", explica un ilusionado José Ramón Viejo.

La selección de las fotografías que dan forma a este libro impregnado de una cálida nostalgia requirió de un trabajo complejo, no exento del dolor que siempre acompaña a un proceso de descarte. Fueron más de 13.000 los negativos escaneados.

Durante seis meses, Viejo trabajó varias horas al día. No le resultó pesado. Disfrutó realizando un evocador viaje en el tiempo por la desaparecida Fábrica de Mieres, o por los espectáculos organizados en una ciudad floreciente, algo que podrán hacer muy pronto los lectores: "Alonso se preocupó de lograr una gran formación técnica, algo indispensable en aquellos tiempos, y eso unido a su gran sensibilidad lo convirtió en el mejor cronista de su época".

El libro es un homenaje a las tres dimensiones de la fotografía. A un lado está el fotógrafo, Alonso, al otro está Mieres y, uniendo a ambos, la magia que surge de la cámara fotográfica. "Nuestro padre era un hombre tremendamente vitalista y tocado por un don especial. Fue un fotógrafo excepcional, con una facilidad innata, pero también una persona de gran humanidad y muy querido", apuntan Ana y Eli Pérez. Las hijas del maestro siguen al frente de la tienda familiar, que lleva el nombre del fundador. Ya son siete décadas de historia.

"Aún hoy, pese a que han pasado más de cuarenta años desde que falleciera, no falta el día que alguien pase por la tienda y se acuerde de nuestro padre", apuntan orgullosas las hijas de Alonso, custodias de su legado.

José Manuel Pérez Alonso nació en Gijón y se enamoró de la fotografía durante el servicio militar. "En Gijón había ya fotógrafos asentados, por lo que se desplazó a Mieres buscando un espacio propio en el que poder crecer", explica José Ramón Viejo. Se encontró una ciudad en desarrollo, abierta a las oportunidades. Empezó como lo que se llamaba fotógrafo de calle: "Iba con su cámara al hombro ofreciendo sus servicios en fiestas y celebraciones".

A mediados de la década de los 40 logró tener un pequeño estudio en la actual calle Jerónimo Ibrán y, más tarde, abriría su primera tienda en Teodoro Cuesta, junto al cerrado pero aún en pie cine Esperanza. Se casó con Anita y tuvo tres hijas: Ana, Eli y la ya fallecida Isi.

"Crecimos impregnadas del olor que llegaba del laboratorio de nuestro padre y nos quedamos atrapadas por esa magia. En navidades toda la casa se convertía en un gran tendedero de fotos, secando en los baños, las habitaciones y hasta en la cocina", recuerdan.

El cuidado álbum que pronto llegará a las librería es un valioso cofre de papel lleno de joyas. Las impecables instantáneas de Alonso permiten volver a pasear por el Teatro Capitol, subir al humeante tren del Vasco o regresar a al salón de "La Pista de Sampil". Las gentes de aquel Mieres, caras conocidas y anónimas, se asoman a lo largo de más de un centenar de páginas que para muchos resultaran melancólicas, mientras que las generaciones más jóvenes serán proyectadas en el tiempo a un Mieres que les resultará entrañablemente reconocible. Es el Mieres que retrató Alonso.

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