El despoblamiento de la zona rural en las Cuencas, más que problema, es ya un drama. Actualmente, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), solo un 33 por ciento de los vecinos de las comarcas del Nalón y el Caudal viven en núcleos rurales o intermedios. La tasa baja hasta el 25 por ciento en los principales municipios. En Mieres, el casco urbano cuenta con 22.685 habitantes, frente a los 38.428 totales del concejo. Ciudad Langreo reúne a 35.583 de los 39.984 vecinos del municipio.
La pérdida de vecinos en los pueblos es un fenómeno nacional pero, en las Cuencas, es incluso más sangrante. "Las oportunidades laborales en estos valles dependían casi en exclusividad de la minería, se ha perdido esta actividad y no se ha sustituido", señala Esteban Fernández, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo e investigador de Regiolab. Esta falta de empleo genera la emigración de los vecinos más jóvenes los que están a punto de emprender un proyecto familiar. "Esto supone que la demografía caiga, entrando así en una espiral con difícil salida", explica el experto. A todo esto se suman los "peores servicios" en las zonas rurales, tanto desde las administraciones públicas como desde el sector privado: "En los pueblos es más difícil todo, desde un corte de pelo hasta un trámite en Hacienda".
La única forma de salir de esta "espiral", asegura Esteban Fernández, es generar oportunidades laborales. "Es más fácil decirlo que hacerlo", reconoce. Y añade que no es necesario que los empleos estén "a la puerta de casa". "Otra opción es conseguir que las zonas rurales se vean como un buen lugar para vivir, aún cuando sea necesario trasladarse cada día para trabajar", explica. ¿Cómo se consigue? "Con una mejora en las comunicaciones, tanto para los que dispongan de vehículos como a través del transporte público". También con una potenciación de los servicios en los pueblos: "El Principado intenta favorecer la labor de médicos y docentes en la zona rural", concluye el experto de Regiolab.
