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El estado de las carreteras comarcales

El puerto de San Isidro tiene un "alto riesgo" por aludes, alerta la Universidad

Los investigadores piden con urgencia vallas de protección en las zonas de El Carrozal, El Aspra, Rioseco, La Rebollosa y Puente Cimero

Una máquina trabaja en un alud formado a la altura de una de las viseras del puerto de San Isidro.

Expertos de la Universidad de Oviedo coinciden en el "alto riesgo" que tiene el puerto de San Isidro para los conductores debido a los aludes. Un peligro existente a pesar de las medidas tomadas en el pasado por el Gobierno regional -barreras flexibles y viseras-, pero que son insuficientes, por lo que aseguran es necesario abordar "lo antes posible" la instalación de más vallas que eviten futuros desprendimientos.

Los investigadores Miguel Ángel Poblete Piedrabuena, Salvador Beato Bergua y José Luis Marino Alfonso, miembros del grupo i-Ge&ser y del Observatorio del Territorio del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, son los impulsores de este estudio sobre el riesgo de aludes en la cabecera del río San Isidro y la vulnerabilidad de la carretera AS-253 que asciende al puerto homónimo -única vía de acceso desde la vertiente asturiana a las estaciones de esquí de Fuentes de Invierno y San Isidro-. Un diagnóstico que puede servir de base para una adecuada y correcta protección frente a estas amenazas que se dan de forma recurrente.

En el trabajo se efectúa la reconstrucción espacial de la zona de aludes históricos y recientes, y su repercusión en el trazado de la carretera AS-253, que desvela la presencia de 63 zonas de aludes, de las cuales 24 afectan al trazado de la carretera, tratándose fundamentalmente de áreas de tránsito y de llegada. Entre los factores que explican la alta frecuencia de aludes en el Alto San Isidro, los expertos señalan "la fuerte nivosidad, las propensas pendientes comprendidas entre 30 y 50 grados prevalentes en la franja altitudinal situada entre los 1.000 y 1.200 metros sobre el nivel del mar y la carencia de cubierta forestal en las vertientes meridionales y occidentales, resultado de la secular actividad agrosilvopastoril".

Da cuenta la investigación que, pese a las medidas antialudes tomadas entre 2008 y 2009 -instalación de barreras flexibles y viseras-, la AS-253 "tiene en la actualidad una alta vulnerabilidad que representa el 14%, esto es, compromete a un kilómetro de dicha vía". A esto hay que añadir, según el estudio, el agravante de que buena parte del trazado de la carretera por la ladera meridional, afectado recurrentemente por el impacto de los aludes (Carrozal, El Aspra, curva de La Rebollosa, Los Arenales y Puente Cimero), "carece hoy en día de cualquier disposición de defensa o protección, lo que representa un alto riesgo para las y los usuarios de esta vía que en la temporada alta de invierno se estima en un tráfico de 15.000 vehículos". Por tanto, "es necesario abordar lo antes posible" la implantación de varias hileras de barreras flexibles en las zonas de aludes desprotegidas por completo, a saber, en El Carrozal (dos tramos, p.k. 17), El Aspra (dos tramos, en torno al p.k. 18), Rioseco (un tramo, p.k. 18,500 m), curva de La Rebollosa (tres tramos, p.k. 20,200) y Puente Cimero (Los Fueyos-p.k. 20,300), así como acometer el reforzamiento de los dos puntos kilométricos 20,900 y 21,500.

El estudio del riesgo de aludes en el Alto San Isidro se fundamenta en una metodología que combina las observaciones de campo consistentes en un seguimiento de la actividad de los aludes desde 2014, análisis geomorfológicos y biogeográficos, entrevistas con trabajadores de mantenimiento de la carretera AS-253 y habitantes de El Pino, Felechosa y Cuevas, fotointerpretación de imágenes aéreas y la consulta de fuentes hemerográficas. También entra el análisis de los datos climáticos históricos, en especial, de los temporales de nieve y el comportamiento reciente de la nivosidad mediante el seguimiento horario de las últimas nevadas.

Resultados

Como resultado del trabajo se revela entre otros datos que en los últimos 30 años se ha producido un descenso de la cuantía media de las precipitaciones en forma de nieve y el número de días de nieve. No obstante, los grandes temporales de nieve siguen siendo muy frecuentes (quince en lo que va de siglo) y la nivosidad se concentra en pocos días acumulándose grandes espesores de nieve que facilitan numerosos aludes en el Alto San Isidro.

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