Se fue a los 91 años, sin hacer ruido. Había comunicado a su familia su deseo expreso de no recibir ninguna despedida. Solo quería que sus cenizas fuera esparcidas en el alto de La Colladiella, junto al monumento que visitaba cada verano, desde hace casi tres lustros, para rendir homenaje a los luchadores antifranquistas. Nicanor Rozada vivió aquella lucha y también la contó en sus libros, media docena de volúmenes con la guerrilla como eje vertebrador, a los que se sumaron novelas y poemarios protagonizados también por la resistencia contra la dictadura y por sus recuerdos de la mina.

La vida se Rozada se apagó el pasado 27 de diciembre. Había nacido en la primavera de 1928 en el pueblo de La Paré, en San Martín del Rey Aurelio, en el seno de una familia minera. Fue enlace de la guerrilla, como informador. En julio de 1948, con apenas 20 años, se vio obligado a huir. Pasó meses escondido en Gijón y Teverga. Tras ser delatado, intentó escapar a Francia, pero no lo consiguió. Fue detenido en Bembibre (León), donde un consejo de guerra dictó una condena de un año de cárcel.

Tras cumplir la pena, un empresario minero le ofreció regresar a Teverga para trabajar en la empresa carbonífera Bienvenida Segunda. Estuvo al frente de la mina hasta jubilarse, en 1984. A continuación, inició una prolífica carrera literaria centrada en recuperar las historias que no se habían contado. Viajó por Francia, México y Cuba para contrastar fechas e información con los que tuvieron que exiliarse allí. "Yo no investigo desde el despacho, soy historiador del pueblo, y para escribir sobre algo o alguien necesito saber quién es y cómo mira", solía decir.

Títulos como "En la lucha clandestina", "¿Por qué sangró la montaña?", "Relatos de una lucha" o "La forja de los rebeldes" forman parte de esa trayectoria. "Creo que Nicanor", explicaba ayer a este diario Rafael Velasco, presidente de la Federación Asturiana Memoria y República (Famyr), "fue un adelantado a su tiempo, tanto en la organización de actos como el de La Colladiella como en la recuperación de testimonios en sus libros, que fueron las primeras lecturas de muchas personas que después decidieron profundizar en el tema de la guerrilla".

El legado de Rozada está en todas esas páginas. El "guerrero" contra el olvido ganó la batalla.