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La industria de Turón suma 20 empleos tras haber rozado los 8.000 mineros

El valle cuenta con más de 14.000 metros cuadrados de naves sin uso a la venta, la mitad de la oferta total que existe en toda la comarca

Instalaciones de Diasa, con el cierre sustraído tras años sin actividad ni vigilancia. D. M.

En el valle de Turón llegaron a contabilizarse cerca de 8.000 empleos vinculados a la actividad minera. Actualmente no queda ninguno. Es más, la actividad industrial en este valle mierense se limita a dos pequeñas empresas Zitron y Alistonados Asturias que, conjuntamente, suman apenas una veintena de empleos.

"Cuando decimos que el valle de Turón ha sido machacado simplemente planteamos una realidad objetiva. Nos acusan de quejarnos demasiado, pero no lo hacemos por vicio", apunta Silvia Suárez, presidenta de mejoras del valle", la asociación local más representativa.

La defunción industrial de Turón es un hecho cotejado por datos objetivos. El cierre de la industria minera ha liquidado miles de empleos y el proceso de reindustrialización ha dejado como resultado dos pequeñas empresas con apenas dos decenas de trabajadores.

"Ahora mismo el grueso del trabajo está vinculado al centro de salud, al instituto y al economato", remarca Silvia Suárez. "Nadie se preocupado de Turón, esa es la realidad", recalca Juanjo Rodríguez, presidente de Sotufe.

El fallido proceso de reconversión queda retratado en el desolador aspecto que ofrece el frustrado polígono de La Cuadriella. Este área empresarial proyectada en los noventa para activar la economía local está prácticamente vacía, llena de esqueletos de naves industriales que en su momento echaron el cierre.

Turón cuenta con 14.700 metros cuadrados de naves sin uso que están a la venta. Estos equipamientos están localizados casi por completo en el ya citado polígono de La Cuadriella, un área industrial que se presentó como emblema de la reconversión y ahora cuelga el cartel de "se vende".

Turón aglutina la mitad de la infraestructura industrial de la comarca que actualmente está a la espera de compradores. En todo el valle del Caudal el recuento asciendo a 30.000 metros cuadrados. El fracaso más sonado de cuantos proyectos empresariales se emprendieron en Turón ha sido el de Diasa Pharma. La firma desembarcó en La Cuadriella a principios de siglo con el cartel de joya de la reactivación. La empresa farmacéutica prometía entonces un centenar de empleos estables. La ilusión duró poco. En 2009, los trabajadores denunciaron un retraso en el pago de salarios. Los responsables de la firma -participada por Sadim Inversiones, filial de diversificación de Hunosa- aseguraron que la demora en los pagos respondía a "un problema puntual". Poco después cerraría con una deuda de más de quince millones de euros. La de Diasa fue una caída estrepitosa que aún resuena. La nave sufrió tal abandono que, durante años, hubo medicamentos tirados y al alcance de cualquiera. Entre otros, epinefrina inyectable. Finalmente, esas naves se cerraron.

"Está claro que los bancos propietarios de las empresas cerradas no tienen ningún interés en vender estas propiedades, ya que piden precios prohibitivos", señala Silvia Suárez.

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