"Tengo derecho a envejecer entre sonrisas". La frase, bien visible para el visitante que entra en la residencia de personas con discapacidad intelectual de Carrocera, es toda una declaración de intenciones y condensa la filosofía que ha guiado a la Asociación Rey Aurelio, gestora del equipamiento, en sus 25 años de trayectoria. Todo empezó en enero de 1995, cuando un grupo de familias de personas con discapacidad psíquica decidieron unirse para tener un lugar de encuentro u organizar actividades de ocio para sus hijos. Hoy, un cuarto de siglo después, el colectivo -que también gestiona un centro de apoyo a la integración en El Entrego y organiza numerosos talleres lúdicos y culturales- cuenta con más de 400 asociados y presta apoyo a un total de 115 usuarios de toda la región, que van desde los tres a los 65 años.

"Empezamos con un piso tutelado, que ya no llevamos, y con el centro de apoyo a la integración. Pero desde un principio surgió la preocupación de quién iba a cuidar de los chavales cuando sus padres y madres ya no estuvieran", relata José María Orviz, presidente de la entidad. De esta forma se empezó a promover una residencia que se inauguró finalmente en 2005, con 18 plazas. "La idea era crear un hogar" -esgrime Soledad Sampedro, directora de la residencia- "una familia, un ambiente estable protector con las personas con discapacidad donde se programasen actividades significativas para ellos". Y añade: "Queríamos valorar capacidades y fortalezas, no carencias y debilidades. Y aportar calidad y calidez en el trabajo".

La Asociación de discapacitados intelectuales Rey Aurelio, una entidad sin ánimo de lucro, está profundamente arraigada en un concejo donde es muy apreciada. Organiza con frecuencia mercadillos donde se venden artículos de artesanía y bisutería elaborados por los propios usuarios y programa talleres de música coral, teatro, manualidades, fútbol sala, atletismo, zumba y trabajo con madera. También cuenta con un departamento de atención temprana a partir de los tres años que presta servicios como logopedia, entre otros.

María Fernández en la vicepresidenta de la entidad. "Nuestros servicios están muy bien valorados por las familias y nuestros chicos están felices con las actividades que programamos. Pero estamos en un momento económico delicado que, a veces, hace tambalear todo lo conseguido. Es una realidad que el servicio es costoso y en ocasiones tenemos que competir con grandes empresas con muchos recursos", señaló Fernández, que agradeció el apoyo de las familias, de la Federación Plena Inclusión, del Ayuntamiento de San Martín, del Principado y "todas las personas y entidades que colaboran".