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Aller, cuna de beatos

La historia de seis religiosos del concejo que fueron torturados y tuvieron una muerte atroz; el último fue el misionero Juan Alonso, asesinado en Guatemala en 1981

Juan Alonso.

"La sangre de los Mártires, semilla de Cristianos". Lo escribió Tertuliano, padre de la Iglesia, en el año 197. Y se hace realidad en el concejo de Aller. El municipio, con seis vecinos beatos -el último, Juan Alonso, a la espera de ser declarado mártir-, tiene una larga tradición de religiosidad. Un ejemplo: en el año 1936, cuando el valle del Río Negro llegaba a mil vecinos, había cien sacerdotes de Nembra.

Precisamente de esta localidad son cinco de los beatos: la beata Otilia y los beatos Jenaro Fueyo, Segundo Alonso, Isidro Fernández y Antonio González. Los cinco fueron torturados, y tuvieron una muerte atroz, durante la Guerra Civil. El misionero Juan Alonso, que subirá a los altares próximamente, fue asesinado en Guatemala en el año 1981. Estas son sus historias.

Beata Otilia Alonso: Natural de Nembra, cursó Primaria en el colegio de las Dominicas de la Anunciata en Caborana. En 1932, cuando concluyó el noviciado, fue destinada a Barcelona para cursar Magisterio. Fue asesinada tras el asalto al convento en el que estaba, en la calle Trafalgar. Murió tras horas de sufrimiento, después de que los milicianos la dejaron moribunda camino del Tibidabo con un disparo en el vientre. Fue la primera mujer asturiana en subir a los altares, en el año 2007. Su padre, Hermenegildo, también sufrió torturas por ser "muy rezador".

Beato Jenaro Fueyo: Era sacerdote de Nembra durante la Guerra Civil. Mantenía en el valle del Río Negro el grupo local de Adoración Nocturna. Era una reunión que permitía dedicar una noche al mes a la oración. Era muy apreciado por su entrega a la comunidad. Fue capturado y torturado durante días, junto a Segundo Alonso, Isidro Fernández y Antonio González.

Beatos Segundo Alonso e Isidro Fernández: Los dos eran mineros y trabajaban en la Hullera Española, empresa del Marqués de Comillas. Promovían la Cristiandad entre sus vecinos, afirman los testimonios de la época. Sus familias les llevaban comida durante el cautiverio, hasta que los asesinaron. Hallaron sus cuerpos junto al del sacerdote Jenaro Fueyo.

Beato Antonio González: El más joven de todos. A penas llegaba a los veinte años y era estudiante de magisterio. En Nembra aseguran que sus captores le dieron la oportunidad de librarse: le dijeron que si pisaba la piedra ara y blasfemaba, le liberarían. Él se negó. Los testimonios de la época afirman que sus asesinos le arrojaron, ya muerto, a un pozo minero. Su cuerpo nunca apareció. En la iglesia de Nembra se conservan las reliquias de Otilia Alonso, Jenaro Fueyo, Segundo Alonso e Isidro Fernández, y una imagen en recuerdo de Antonio González.

Beato Juan Alonso: El Papa Francisco anunció hace dos semanas la próxima declaración de Juan Alonso como mártir. Una semana antes de su asesinato, el religioso escribió una carta a su hermano, Arcadio, en la que le alertaba de que su vida corría peligro. Le pidió que nunca enseñara la misiva a su madre. "Además de hermanos, éramos grandes amigos y confidentes", asegura Arcadio Alonso. Le asaltaron cuando conducía su moto entre los pueblos de Uspantán a Cunén. Le dispararon en una pierna, luego le torturaron y terminaron por dispararle dos tiros en la frente. Lo enterraron en un lugar alejado. Tanto que, las batidas organizadas en El Quiché tardaron más de dos días en encontrarlo. Su asesinato, junto al de otros religiosos, fueron denunciados ante la justicia de España en el año 2003 por la Fundación Rigoberta Menchú. En las aldeas de El Quiché donde estuvo ya le conocen como San Juan Alonso.

La beatificación es el inicio del trámite para alcanzar la canonización. A los beatos debe atribuírseles un milagro para su santificación.

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