Estaba al límite de sus fuerzas. Había gritado, primero de dolor y luego con toda su rabia. Aprisionado con su coche volcado encima, sin cobertura para avisar a alguien o llamar al 112, Ismael García Álvarez pensó que ya no podía aguantar más. Un último esfuerzo: hizo sonar con fuerza el claxon. Y, por fin, llegó la ayuda.

Este allerano narraba ayer entre lágrimas la que, sin duda, ha sido la experiencia más dura de su vida. Tuvo un accidente con su todoterreno en la pista que llega a la Corrá Foceya, a poco más de diez minutos de la localidad de Río Aller. Su coche volcó y sus piernas quedaron aprisionadas bajo los asientos delanteros. La falta de red móvil hizo que nadie le descubriera hasta dos horas más tarde, cuando pasó por allí el ganadero Andrés García. Y volvió con refuerzos: seis moteros leoneses que estaban en el bar de Río Aller. Entre todos, lograron sacarlo. Y Marcos Barrio, fisioterapeuta con clínica en León, le inmovilizó la pierna con lo que encontraron a mano: unas cuerdas, unas tablas y una barra de pan.

-¿Qué tal se encuentra, Ismael?

-Pues aquí toy, en la cama del hospital esperando a que me operen.

Pudieron ser esos 65 años de calma pura, la misma con la que responde al móvil Ismael García, la que le salvara el pasado sábado. “Yo esa ruta la conozco bien, lo que pasa que el coche ‘dio cama’ (volcó) y yo quedé atrapau”. Y pasaron unos minutos, y él intentó coger el teléfono que tenía en el bolso del pantalón. Lo logró, pero fue inútil: “No había nada nada nada de cobertura, tenía un ladrillo”, afirmó. Y en este punto, sí se pone más nervioso. Hasta no poder evitar las lágrimas: “Qué sé yo el tiempo que llevaba allí, aguantando el dolor. Me dolían las dos piernas. Llegué a morder el volante, a ratos tocaba el claxon para que me oyeran”.

Y, por fin, la suerte: Andrés García González, vecino de Cabañaquinta, pasó por el lugar. “Se acercó, intentó sacarme, y me dijo que iba a por ayuda”. Se desplazó hasta un bar de Río Aller en el que estaban descansando seis moteros de León que acostumbran a salir por la zona. También llamaron, ya desde el bar, al 112-Asturias.

Los “ángeles” a motor de Ismael son Marcos Barrio, Antonio Molero, Fernando Montero, César Corral, Domingo Arias y Roberto Fuertes. Entre todos, lograron liberar a Ismael del bajo de su coche. Tenía heridas “muy feas” -que luego resultaron ser una doble fractura en una pierna y un esguince en la otra-. Marcos Barrio se puso al frente. Y Roberto Fuertes fue su “auxiliar” para las primeras curas.

“Miramos todo lo que teníamos para hacer la cura, y pudimos aprovechar unas tablas, una cuerda y una barra de pan”, explica el fisio. Sí, una barra de pan que hizo las veces de “venda” para evitar que la cuerda dañara aún más las piernas de Ismael. “Todo esto podría haberse evitado si hubiera un poco de red móvil en la zona”, clamó el herido, que exige que mejoren la cobertura.

Pronto escucharon, de fondo, el ruido del helicóptero del 112-Asturias. “Yo ya llevaba un rato sintiéndome a salvo. A Andrés y a esos chavales, a los de las motos, les debo todo”. Palabra de Ismael García.